La artista Sofía Villena, expuso -junio a agosto 2019-, en el espacio “El Tanque” del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), curado por Marga Sequeira, un proyecto artístico y curatorial titulado “La fractura en la espina de la bestia”, investigación histórica, teórica y geopolítica que implicó el reconocimiento del “Tapón del Darién” limítrofe entre Panamá y Colombia.
Importa afirmar que el arte contemporáneo, entre segmentos poblacionales mayormente jóvenes, seduce este carácter de abordaje, donde el fruto de la investigación es un proceso conceptual o modelo para explicar el pasado, que parte desde el descubrimiento y conquista, y, en particular, la región centroamericana y caribeña, hasta el presente.
Sofía Villena. “La fractura en la espina de la bestia”, 2019.
Fotografía de A. Artavia, cortesía del MADC.
El Tapón del Darién
Declarado por UNESCO, 1981, Patrimonio Ambiental de la Humanidad, es una zona de 575 mil hectáreas selváticas, pantanosas, asfixiantes por la humedad y temperaturas -quizás en eso se parece al espacio del tanque donde cuajó la experiencia de Sofía Villena-, la región del Darién es blanco fácil de animales depredadores, serpientes, moscas, zancudos. Además, operación de un cartel de tráfico humano. Frustra el sueño panamericano de tener una carretera vertical Norte/Sur, sin interrupción. Para decirlo en la jerga popular panameña, es donde “la cosa se pone más dura que nunca”, refiriéndose a las contingencias, angustias o suspensos sufridos al atravesarlo, pues nadie imagina qué se va a encontrar.
Sofía Villena. “La fractura en la espina de la bestia”, 2019.
Se aprecia en el dibujo el lenguaje de las molas, de los indígenas Cuna.
Fotografía de A. Artavia, cortesía del MADC.
Trama actual y contexto
Se trata de un bloqueo natural y cultural histórico y tramposo, difícil de estudiar por la existencia de la profunda y densa diversidad ecológica que lo puebla. A pesar de todo y condicionantes, lo atraviesan oleadas migrantes originarios de Cuba, Haití, Bangladesh, Somalia, Yemen, entre otras nacionalidades. En 2016, debido a las ventajas de la política de “Pies secos, pies mojados”, que brindó residencia legal a cubanos que intentaran tocar territorio estadounidense, la cifra alcanzó a 27 mil migrantes entre mujeres, niños, ancianos y hombres en edad laboral; ocasionando caos migratorios a naciones como Panamá, Costa Rica, y el resto del istmo.
Sofía Villena. “La fractura en la espina de la bestia”, 2019.
Se aprecia en esta tapa de cofre, el lenguaje gráfico de las molas,
de los indígenas Cuna. Fotografía de A. Artavia, cortesía del MADC.
Un amplio reportaje de la BBC, 2016, define a esta espina continental como un campo de batalla, con masacres y secuestros de civiles por parte de los frentes guerrilleros y comandos paramilitares colombianos. El programa cita las palabras del expresidente de su vecina nación Álvaro Uribe Vélez:
“Comprendo que es un tema muy delicado, pero creo que hay conectar a Colombia y a Panamá. A los bandidos les conviene que esa ruta no se haga, porque a ellos les gustan los caminos traviesos”. (Citado por BBC, 2016) (https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-41405970)
Por su parte el gobierno panameño refutó la postura de Uribe, encontrando argumentos para postergar la construcción de esa carretera, pretexto del recrudecimiento de las tensiones guerrilleras, paramilitares y ejército colombiano. La crudeza del territorio del Darién, es apreciado como aduana no oficial, para evitar que el conflicto colombiano invada a la república panameña, sumando, si fuera el caso, de tener que dar, forzosamente, la batalla ante esa naturaleza tan severa y desesperante. Este enfrentamiento comprueba que no solo Costa Rica tiene desencuentros con el gobierno de su vecina del Norte, y que empañan las relaciones fronterizas.
Sofía Villena. “La fractura en la espina de la bestia”, 2019.
Fotografía de A. Artavia, cortesía del MADC.
Reservorio para las aguas de la historia
Ocurre que, desde el descubrimiento, choque de culturas o pugnas hegemónicas, los expedicionarios europeos recorrían en navíos y pequeñas embarcaciones ríos y mares, o pasos terrestres en la zona más angosta o transversal del istmo, en tanto el Darién anteponía la mampara de vicisitudes, y escenario para la bestia. Por cierto, importa agregar que los habitantes originarios de estos territorios son los Cuna, o Guna, pueblo con rasgos de identidad muy fuertes, nada acomodadizos a la intromisión colonial, manteniendo caracteres muy singulares debidos al aislamiento territorial de su hábitat conocido como archipiélago de San Blas de los indígenas Kuna Yala.
La ciudad fundada por Pedrarias Dávila en el mar del Sur, el 15 de agosto de 1519, fue “Panamá La Vieja” (según documenta la enciclopedia libre Wikipedia). De ahí partieron expediciones, en 1532, a conquistar el imperio Inca de Perú. La ciudad recién instituida recibía las rutas comerciales del continente, que luego conducían por tierra o ríos a Portobelo. Era un tráfico por el cual pasaba la mayor parte del oro y plata extraídas del continente. Panamá Viejo fue trasladada a comienzos de la década de 1670, al suroeste del antiguo entramado, tras al ataque de piratas ingleses, entre ellos se señala a Henry Morgan.
Sofía Villena. “La fractura en la espina de la bestia”, 2019.
Fotografía de A. Artavia, cortesía del MADC.
Aquellos tesoros eran trasportados -según aporta la enciclopedia en Internet-, en mulas, a través del “Camino de Cruces”, continuando por el río Chagres, utilizando pequeñas embarcaciones, hasta llegar a la fortaleza portobeleña, donde eran embarcados hacia España. Trasciende que la bahía era estratégica, construida a semejanza de otras en el Caribe, como la de La Habana, con murallas y cañones en la boca que detenían cualquier intento pirata.
El 20 de marzo de 1597, había sido fundado San Felipe de Portobelo, puerto natural, una de las poblaciones más importantes del continente durante la época colonial. Está localizado a unos 50 km al noreste de la actual ciudad de Colón, y se puede llegar por vía marítima o terrestre, siguiendo la trans-ístmica, a 105 km desde la capital panameña. En la actualidad la población se caracteriza por dedicarse al arte y confección de artesanías, y ahí estableció su escuela la importante artista-fotógrafa panameña, Sandra Eleta.
(https://antonioheras.com/patrimonio_humanidad/america/index5041.htm)
Sofía Villena. “Archivos del Darién: Experimentaciones colectivas”.
Con David Mora Robles, Daniel Cabezas, Josué Miranda, Jorge Salazar-Arroyo,
Jessica Gamboa. Fotografía de A. Artavia, cortesía del MADC..
Acercamiento al pensamiento de Sofía Villena
Arribados a este punto de la encrucijada y contexto en que la artista sustenta su proyecto expositivo-curatorial en el MADC, quisiera plantearle algunas interrogantes que nos aporten mayores focalizaciones, ayudando a comprender mejor su propuesta: Sofía, entiendo que quieres investigar relaciones entre nociones geográficas e históricas, ¿por qué el Darién?
“Cuando comencé esta investigación, responde Sofía-, estaba finalizando una maestría en teoría. Pienso que una relación con la teoría desde América Latina, puede ser compleja en términos de las dinámicas de poder dentro de una producción intelectual; la teoría como algo que puede remitir a un falso universalismo. Yo me hacía la pregunta sobre cómo hacer teoría “situada” o si se quiere, teoría desde un lugar específico. Creo que la construcción de Centroamérica desde el arte contemporáneo es un ejemplo interesante de este ejercicio, cómo Virginia Pérez-Ratton le dio una nueva vida a la experiencia del “estrecho dudoso”, insertando a una serie de artistas dentro del escenario global artístico”.
¿Qué detectaste al focalizar hacia esos abordajes teóricos?
“Yo quería retomar esta forma de hacer teoría y un poco preguntarme, por un lado, por alguno de sus vacíos, y por el otro, si hay algo en estos ejercicios que todavía puede repercutir en un presente, o cómo se vuelven relevantes hoy”.
Sofía Villena. “Archivos del Darién: Experimentaciones colectivas”.
Con David Mora Robles, Daniel Cabezas, Josué Miranda, Jorge Salazar-Arroyo,
Jessica Gamboa. Fotografía de A. Artavia, cortesía del MADC..
Repito, ¿y, por qué el Darién, y no otro enclave histórico y cultural centroamericano?
“Ahora, responde la artista, el Darién pues en realidad yo nunca había escuchado de este hasta hace no mucho. Sin embargo, cuando lo escuché, comencé a buscar alguna información, sorprendiéndome de que ni yo ni mucha gente a mi alrededor, habíamos escuchado de este espacio tan crítico, desde el “descubrimiento” hasta hoy. Me interesó entonces retomar muchas de las reflexiones que se han dado desde Centroamérica / América Central, sobre la relación entre historia y geografía. Esto como un intento por acercarme y dar una lectura teórica sobre la historia de ese paso, un lugar que, por un lado, parece que ha estado al centro de una historia regional, continental y global y, por lo tanto, en el corazón de esas reflexiones sobre historia y geografía, por el otro, siempre silenciada o dejada a un lado”.
¿Qué te estimula a construir este escenario? A esto, responde: “Claro, es muy importante para mi decir que yo construyo también una ficción sobre el Darién, mi propósito no es ni mi capacidad es representarlo; el Darién aquí lo pensé casi como una figura para ficcionar, y replantearme ciertas teorías que han sido importantes para pensar la región y otras, para pensar el arte contemporáneo a una escala regional y global.
¿A qué se debe “La fractura en la espina de la bestia”?
“La frase, “la fractura en la espina de la bestia”, viene de un poema de Osip Mandelstam de 1923, tomado por Giorgio Agamben para escribir su famoso texto, “¿Qué es lo contemporáneo?”
Como te contaba un poco, mi intención era tratar de repensar todas estas teorías canónicas de las que yo he tenido que leer, pero desde un lugar/perspectiva/experiencias que muy comúnmente no son tomadas en cuenta cuando estas se formulan. Retomando a Agamben, por lo menos en un principio del arte contemporáneo, este fue uno de los textos mandatorios que me ponían a leer mis profesores para entender qué era arte contemporáneo”.
Sofía Villena. “Archivos del Darién: Experimentaciones colectivas”.
Con David Mora Robles, Daniel Cabezas, Josué Miranda, Jorge Salazar-Arroyo,
Jessica Gamboa. Fotografía de A. Artavia, cortesía del MADC.
¿En qué o cómo encontrabas motivación para actuar, para empoderarte y trazar tus conclusiones?
“A mi me interesaba generar un diálogo, responde Villena, un tanto irónico, entre esta teoría con una historia y un lugar que muchas veces es considerado contrario a una modernidad y a algo contemporáneo, y más bien es imaginado como remoto, o periférico, inclusive, dentro de América Central, que ya solo esta escala, muchas veces, se marginaliza”.
Y, ¿qué encontrabas en esas prácticas de investigación y formulación de teorías del arte de hoy?
Responde Sofía: “Así mismo, me interesaba que, pese a que la panamericana es un sistema de carreteras, su imagen insiste en una línea que atraviesa el continente verticalmente y con su quiebre, el Tapón del Darién, en el medio. Me preguntaba entonces cómo por medio de una imagen teórica se podía revertir esta imagen negativa, cómo el quiebre se puede ficcionar como un espacio imaginativo teórico, desde donde reflexionar sobre distintas relaciones de poder, a la vez que proponer una serie de cartografías conceptuales.
Estas nociones cartográficas eran importantes para mi también por un proceso de cuestionamiento sobre lo que, por lo menos dentro de la academia, se considera necesario para hacer tangible ciertas historias/experiencias. Más que trabajar con estas genealogías convencionales, yo tomé esto como un experimento, pensar qué tipo de material, por más que se pueda sentir incompatible o dispar en un principio, puede en realidad, en su conjunto, provocar ciertas reflexiones que probablemente no se podrían dar de otro modo”.
¿Tienen que ver con la incertidumbre, que opaca o aclara las situaciones de dominación o poder hegemónico? ¿Será la bestia el mercado globalizado, el nuevo filibustero con otras tácticas de marketing?
“El quiebre, aclara Sofía, claro que tiene que ver con la incertidumbre, o retomando el “estrecho dudoso”, este quiebre como un ejercicio de movernos y ser movidos por la duda, algo que contrasta lo afirmativo y lineal de la espina dorsal, el esqueleto, la estructura de la bestia.
Sofía Villena. “Archivos del Darién: Experimentaciones colectivas”.
Con David Mora Robles, Daniel Cabezas, Josué Miranda, Jorge Salazar-Arroyo,
Jessica Gamboa. Fotografía de A. Artavia, cortesía del MADC.
¿Y, la artista, tu, reinventándote a partir de estas percepciones conclusivas?
“Para mi era muy importante que además este ejercicio conceptual/teórico pudiera motivar pensamiento colectivo por esto armé una serie de eventos como forma de extender una plataforma, dirigida a personas que han sido parte de mi proceso a la vez que extender esa comunidad. Por ejemplo, con Sofía Vindas, Stephanie Williams y Emanuel Rodríguez, me parecía interesante que compartíamos muchas preguntas pero que habíamos llegado a esas, por caminos distintos. Así, me interesaba esta ficción del Darién como un nodo, detonante y puente que nos permitiera articular relaciones entre agentes y lugares que pueden considerarse distantes o ajenos, pero que este método pudiera resaltar la posibilidad de relacionarnos.
Al igual, con “lxs chicxs”: de sonido y visuales, (David Mora Robles, Daniel Cabezas, Josué Miranda, Jorge Salazar-Arroyo, Jessica Gamboa), el espacio era un compartir de saberes, algo experimental para relacionarnos con distintos conocimientos, y cómo por medios de esas relaciones, se podía reanimar el archivo que yo inicialmente formé para el proyecto.
Esto ha sido un proceso desde el arte, intersecta teoría (como el dudar de, distinto a afirmar, diversos modos de interpretación establecidos) y curaduría (y la curaduría aquí pensando en su dimensión hospitalaria, de cuidado de relaciones y la experimentación con espacios de socialización)”.
Sofía Villena. “Archivos del Darién: Experimentaciones colectivas”.
Con David Mora Robles, Daniel Cabezas, Josué Miranda, Jorge Salazar-Arroyo,
Jessica Gamboa. Fotografía de A. Artavia, cortesía del MADC.
Para concluir el análisis
Cuestionar las nociones limítrofes, comenta la curadora Sequeira: “Será visto no desde el punto de vista de los conquistadores, sino como viajeros atentos a las historias y culturas locales que son eclipsadas por narrativas de expansión y de progreso”.
La curadora expresa su disenso a aquellas situaciones de dominio hegemónico: “La acción del descubrimiento, parece estar ligada a los grandes relatos geopolíticos; preguntándose: ¿De qué manera podemos apropiarnos de estos conceptos sin apropiarnos de esa forma jerárquica y violenta de entender el mundo? ¿Se pueden reterritorizar las herramientas de la conquista para generar nuestro propio proceso de conocimiento?”.
El evento conclusivo realizado el jueves 29 de agosto en el MADC, se titula “Archivos del Darién: Experimentaciones colectivas”. Todas las fotografías de las proyecciones son parte de uno de los aspectos colectivos, con David Mora Robles, Daniel Cabezas, Josué Miranda, Jorge Salazar-Arroyo, Jessica Gamboa.
Sofía Villena. “Archivos del Darién: Experimentaciones colectivas”.
Con David Mora Robles, Daniel Cabezas, Josué Miranda, Jorge Salazar-Arroyo,
Jessica Gamboa. Fotografía de A. Artavia, cortesía del MADC..
Puente entre pasado y presente
Me parece interesante trazarlo, para dar luz al lector e lustrar cómo ese carácter áspero, duro, palpado en la historia pretérita y acontecer actual del arte panameño contemporáneo, y por qué no considerar, también al centroamericano, trayendo al tapete una propuesta en “CiudadMÚLTIPLECity”, 2003, curada por Gerardo Mosquera y Adrienne Samos, incluido en el libro publicado por TEORéTica: “Divorcio a la panameña. Saltos y rupturas en el arte de Panamá: 1990/2015”, precisamente en el ensayo: “La Ciudad de Panamá: Una caja de pandora para el arte contemporáneo”, cuando se refiere al proyecto de Gustavo Araujo (1965-2008), el cual subvirtió la visual urbana con la frase “La cosa esta dura”, refiriéndose a la coyuntural crisis que viene afectando la sociedad a inicios del siglo XXI y tercer milenio.
Sofía Villena. “Archivos del Darién: Experimentaciones colectivas”.
Con David Mora Robles, Daniel Cabezas, Josué Miranda, Jorge Salazar-Arroyo,
Jessica Gamboa. Fotografía de A. Artavia, cortesía del MADC..
Samos razona:
“La cosa está dura” es un modismo local. Un cliché que decimos todo el tiempo casi sin pensarlo, y que algunos atribuyen al supuesto pesimismo que caracteriza al panameño. La frase simple y escueta, aparece en grandes vallas de la ciudad y en espacios comprados en varios periódicos, impresos en una letra neutral sobre fondo blanco. Sin logotipo, ni firma ni imagen alguna”. (Samos, A. 2016. P.82)
La frase utilizada por Araujo, aparece y desaparece como un fantasma, traslada aquel suspenso e incertidumbre advertida en el paso del Darién, que detona en la cultura popular y la eleva a la esfera del arte conceptual contemporáneo, para gestar la tensión que revitalice nuestra memoria a veces tan huidiza.
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