miércoles, 21 de junio de 2017

Migrantes de la virtualidad

Sygmunt Bauman, autor del pensamiento sobre el tiempo líquido –fallecido en enero de este mismo año 2017-, decía respecto a los refugiados o los migrantes que estos están en un fuego cruzado, en un callejón sin salida, en un (des)territorio acosados por la política, el hambre, la desocupación y la violencia. Pero hoy, aunque nos encontremos disfrutando del calor de nuestra propio hogar, con el grado de libertad y bienestar que esa condición nos ofrece, somos migrantes del saber, al buscar estar (in)formados, nos desplazamos cada día por toda la Tierra y lo hacemos por redes sociales e internet, a una velocidad inimaginable: encontrando el video de una conferencia acá, un discurso al otro lado del planeta, un poema portador de un extraordinario pensamiento allá; pero lo más tremendo de esta paradoja y condición de migrar por las autopistas de lo virtual, es tener que enfrentarnos tarde o temprano a la realidad -cuando en mi caso personal de habitante de la periferia del Valle Central-, llegar al centro de la capital y aunque la distancia sea corta, perdemos una hora treinta o una hora cuarenta y cinco minutos, y así poder asistir a un evento, ver una exposición o tener una cita personal para tomar un café y conversar; esto porque en el fondo de nuestra realidad, y la de muchas ciudades y culturas del mundo, existe una noción valle-centrada de la cultura, con fuertes zonas de confort pero también de exclusión. Pero el asunto más pétreo, inamovible, o trivial del asunto es que quisiéramos hacer todo a la velocidad de internet, sin embargo al hundirnos en la realidad urbana contemporánea, entramos en crisis, estrés o frustración ante las conductas sociales que nos aíslan y excluyen.

Yo lo veo así, hoy existe una enorme competencia por ejemplo en las esferas del trabajo, y cuando nos jubilamos, como en mi caso, somos marcados por el “ninguneo” de los sectores de poder, que son los que se mantienen en los puestos hace unos años dejamos y que incluso muchos fueron nuestros alumnos en las universidades donde trabajamos. Hoy en día esa compleja noción de “movilidad’ produce e incrementa una “oligarquía planetaria”, como la denomina Marc Augé, y marca una ampliación de la espacialidad virtual, de la movilidad en el tiempo y el territorio que supuestamente se hace con toda libertad, pero no es tal. El antropólogo francés critica quedarse en esa construcción de la vida en la virtualidad, pues sería puerta a otros males humanos tales como la crisis de la psique yo el acomodamiento total; propone salirse y estar en el lugar para que se de la real experiencia del aprendizaje.

Este fenómeno de aprender a través de los espacios de la virtualidad, nos ocurre a nosotros los latinoamericanos cuando estudiamos arte, nos convertimos en consumidores de imágenes y videos, o vistos en páginas de los libros de historia del arte, pero sin conocer los originales que se encuentran en los grandes museos. De alguna manera la experiencia de ver fotos o videos distorsiona la percepción y cuando conocemos la obra original a veces se experimenta sentimientos encontrados. Esta crítica es real, ya lo mencionaba en la década de los años noventas el historiador brasileño Frederico de Morais, en una entrevista que le practiqué para publicar en la revista La FANAL, que publicaba en esos años como parte del equipo de curaduría y documentación del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC); Morais decía que en materia de apreciación “nada sustituye a la obra de arte”.

La crítica de Auge, es evitar ser “alienados por las tendencias de transculturización” al sumergirnos en los diferentes estratos de información acerca de una determinada cultura, objeto, tecnología, o producto. Yo diría que aquel sentido de “calidad” que vislumbráramos a finales del siglo pasado, se disipó, o fue uno de tantos espejismos de la modernidad líquida que hablaba Bauman; hoy no existe tal nivel de vida; sin traer a colación otros males que aquejan la estructura de esta sociedad actual y que tanto nos compungen: la violencia social que se experimenta en el norte de Centro América y México, las remezones políticas como el caso de Venezuela, los conflictos de las minorías y sus expectativas de alcanzar la vida global pero entrando en vicios de exclusión e intolerancia o racismo, xenofobia, e incluso hasta homofobia.

Así que nos es cosa de hablar de desarrollo y logros de los gobiernos de turno, como poner a trabajar el tren para aligerar el transporte público, cuando los trenes se descarrilan por que corren en líneas muy viejas y el poco mantenimiento de las máquinas que fallan por problemas mecánicos, o la extrema lentitud del tránsito vehicular debido a cuellos de botella y la cantidad de vehículos que circulan por nuestras vías. Todos estos males nos empujan hacia “el lugar sin lugar” que habla Sygmund Bauman, o el discurso de Marck Augé de “Los No Lugares / Espacios del Anonimato”, en nuestro afán de ser nómadas buscando estar mejor (in)formados.

miércoles, 14 de junio de 2017

LaNoBienal 2: lecciones para apreciación del arte actual

¿Qué apreciar al visitar una exposición de arte? Cuando lo que se exhibe es un arte subjetivo, que abriga un concepto, por lo tanto hay que escudriñarlo preguntándonos qué me quiere decir, cuál es mi propia interpretación de lo visto y cómo me afectará y podré asimilar. Pero cuando lo exhibido no nos opone resistencia a nuestra lectura e interpretación, entonces no queda más que fijarse en la técnica, el encuadre o composición, sus dimensiones, los matices y recursos tales como texturas, pinceladas, entre otros factores formales: pero esa lectura en particular no me interesa.
Me interesa la categoría que sí requiere de un mayor compromiso de apreciación, cuando se sustenta en la teoría, e incluso puede presentar varios niveles de lectura, en tanto que subjetivo su interpretación está abierta a la misma subjetividad de los espectadores, además de la que plantea el artista y que por lo general se refleja en el título o algún pensamiento o texto que acompañe la obra.

Atendamos a un primer caso: Yamil de la Paz García. TRAMPA o Killing Höller’s survivors, 2017. 120 x 120 x 50 centímetros. Instalación [cable eléctrico, enchufes y monedas. El artista acompaña la obra con el hermoso texto de “El Sistema” del escritor uruguayo Eduardo Galeano:

Los funcionarios, no funcionan.
Los políticos hablan, pero no dicen.
Los votantes votan, pero no eligen.
Los medios de información, desinforman.
Los centros de enseñanza, enseñan a ignorar.
Los jueces, condenan a las víctimas.
Los militares están en guerra contra sus compatriotas.
Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos.
Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.
Es más libre el dinero que la gente.
La gente, está al servicio de las cosas.

Yamil de la Paz García. TRAMPA o Killing Höller’s survivors, 2017. Foto LFQ.


Mi propia interpretación
Hoy en día es muy importante externar nuestra interpretación, tener voz, levantar la mano, aguzar el pensamiento crítico, servirse de la hermenéutica al reinterpretar los textos, acariciar las dotes de la semiótica para alumbrar lo oscuro. El poema de Galeano nos refiere a una crítica a la sociedad, al sistema o estructura social, y en ello –en su selección por parte del artista-, es consecuente con la subjetividad de la obra de arte. Esta es mi lectura:
Yamil de la Paz García presentó la instalación “TRAMPA o Killing Höller’s survivors”, un título que no me dice mucho pues la traducción al español sería algo así como “matar a los supervivientes de Höller”, no tengo referentes para saber quién es “Höller”, tampoco es exigido que lo sepa; pero sí me dicen los signos que portan los materiales utilizados, es un desafío que me engulle a buscar significados a ras del suelo, donde el artista dispuso la pieza en Gráfica Génesis: Unos cables y un puñado de monedas tiradas en el pavimento, que parecieran salidas de los cables eléctricos, y que al tocarlas puede que cortocircuiten. (Aclaro que posteriormente el artista me pasó un mensaje en FB con el enlace del referente: Carsten Höller (German, born 1961).)
Primero que todo me instiga a comentar acerca del significado del dinero en la actualidad, y eso me recuerda un decir de los viejos en tiempos en que yo comenzaba a hacer vida, a tener un trabajo, estudiar y sentirme autónomo, libre de pensar y de actuar, ellos, los viejos, decían que “el dinero es lo más sucio que existe”, pues jamás se sabe por qué manos han pasado o en qué trapos sucios ha sido envuelto.
Luego me referiré a los cables, a esas conexiones por cuyos hilos de alguna aleación metálica corre la energía eléctrica, y con ello da poder a las máquinas donde a su vez hacen fluir los datos, y aunque por estos cables no corre el dinero “contante y sonante” tal y como el que se aprecia en esta obra en mención, tiene sentido la “suciedad” o la “gracia” simbólica, pues pueden manejarse dineros corruptos o sucios, los que se blanquean en paraísos fiscales, o de las economías usureras como las bancarias y la de los prestamistas, pero en todo caso actúan las tácticas del poder hegemónico, y a su vez también pueden pasar por esos datos el contenido económico para un bien común, tendiente a solucionar una determinada necesidad o carencia social y humana.


Yamil de la Paz García. TRAMPA o Killing Höller’s survivors, (versión con agua) Foto LFQ.

Pero tengo hasta otra interpretación de esta misma obra en tanto se dijo que acota la subjetividad, y está precisamente en el título: “Trampa”, la pieza está marcada por un perímetro de cinta adhesiva, que tienen connotación de cuadrilátero, de espacio vivencias del día a día donde ocurren los combates interiores o con los demás, puede conllevar la lectura de campo minado, o cárcel, y es lógico que hipotéticamente y de esas cosas que solo se explican a través del arte, alguien quiera tomar las monedas y quedar electrocutado. Por cierto, acá me sugiere externar una anécdota ocurrida en la segunda ocasión que fui a ver la muestra y estuve acompañado por el Maestro Rolando Castellón, un lunes que llovió un mar encabritado sobre San José, e inundó parte del pavimento de la sala donde está instalada esta pieza, y yo me dije que si quizás estuvieran enchufados a la corriente, ahí hubiera ocurrido un verdadero “chispero”. Una verdadera ¿trampa?

Segundo caso: Juan Carlos Jiménez. Ai fil so lonly (Me siento tan sola) 2017. 30 cm x 40 cm. Acrílico sobre tela.
El artista acompaña la pieza con este texto:
Un “selfie” trata de vender(nos) la mejor versión de nosotros mismos. Somos nuestra propia marca y los “selfies” son simplemente nuestros anuncios. Nos permiten posicionarnos, muchas veces frente a nuestros competidores, para ganar reconocimiento, apoyo y, finalmente, relacionarnos con nuestro círculo social y lograr ser amados.

Juan Carlos Jiménez. Ai fil so lonly (Me siento tan sola) 2017. Foto cortesía LaNo Bienal.

Mi lectura de “Ai fil so lonly” 
Una joven mujer se autorretrata con su celular en mano haciéndose un “autorretrato”. Algo tan común con la vida actual y el valor que adquieren las redes sociales para vincularnos, para generar relaciones intrapersonales. El personaje se aferra a su celular, como su única clave de acceso a ese universo de las comunicaciones contemporáneas, pero de alguna manera nos refiere al grado de deshumanización en que nos movemos cuando si no se tiene ese instrumento, nos sentimos aislados, incomunicados, y aunque estemos acompañados en un espacio de interacción humana como un bar o una cafetería: “Ai fil so lonly”.  Incluso esos productos pasan a ser objeto de posicionamiento social, pues si el celular es de una determinada marca, demuestra dicho nivel de acceso o pertenencia y es un discurso de poder. Pero por otro, como diría Debravo, ese producto que en el fondo es un objeto de servicio, termina siendo nuestro propio carcelero.

Tercer caso Marco Phillip Figueroa. Roo-ah, 2017. Tiza pastel sobre cartón de presentación.
El pensamiento del un artista es inconmensurable, como el vacío que dista entre el cielo y la tierra, como dice el Tao, o similar a la oquedad del tubo de una flauta, es un vacío, pero su contenido es inagotable. En el caso de la obra de arte por el pueden pasar desde ocurrencias hasta un sentido crítico y posicionamiento del artista. Esta pieza es un retrato realizada con una técnica bastante difundida como es la tiza pastel, que, hasta el momento, no tiene nada especial, es un ejercicio más de la técnica y creatividad de su autor. Pero quizás, y me permito especular en el buen sentido del término, al leer los requerimientos y textos de los curadores, percatarse que esa “pintura” así como fue hecha se ubica en una “zona de confort”, el artista decidió poner el cuadro de cabeza, en una manera de estar al margen, incomodar o como llevar una piedrita en el zapato que no nos deja tranquilos, o por el contrario, ponerse lúdico o juguetón.
En el texto de los curadores se indica:
Los curadores de Zona de Confort han extendido una invitación a diferentes artistas a plantearse una reflexión crítica sobre sus procesos creativos y presentar un ensayo visual que salga de su habitual trabajo (zona de confort). El ejercicio de trazarse nuevos rumbos y ofrecer una obra con un carácter fuera de lo que han hecho, pretende brindar la oportunidad de una reflexión desde la estética de la fealdad, y preparar una serie de obras que integren una muestra poco complaciente y que pretende generar sentimientos encontrados.

Marco Phillip Figueroa. Roo-ah, 2017. Foto cortesía de LaNo Bienal.

Y si no ocurrió de esa manera, si la explicación es otra, todo lo dicho y escrito por mi en este texto está dentro de un rango de probabilidad y subjetividad, entonces mi consejo es cambiar de estrategia, meterse en otro modo de frecuencia, pues puede que la solución sea tan fácil que sigan confundiendo los aportes a una plástica o visualidad que está en perenne construcción como es el arte contemporáneo.

En Conclusión
Nuestra propia interpretación -o la de cada uno de nosotros espectadores de una obra o exposición-, es importante, en tanto genera referencialidad e intertextualidad, complementando la interpretación del mismo autor e incluso la del curador o la del crítico de arte: no la sustituye, la enriquece, para que la visita a un museo sea un gesto inusual, que exige un viaje a la interioridad y a la memoria de cada uno, para que esas nuevas cogniciones sean registradas en nuestro acervo personal, y poder decir al salir del recinto que aprendimos, de lo contrario, perdimos el tiempo.
En mi caso personal la obra que más aprecio fue la que opuso mayor reto a la interpretación, las demás quizás pasan desapercibidas y en mi situación personal no me motivan en absoluto a sentarme a escribir.
Pueden que “postee” otros comentarios, esa es la gran posibilidad de las redes y los blogs, incluso de corregir mis apreciaciones, pues asoma otra enorme carga de sentido y es la de la incertidumbre que fluye por todos esos mismos conductos tecnológicos que hemos señalado. Les recuerdo que también publique otro texto de este evento en la revista on line L’ FATAL No. 10, en el siguiente link < https://issuu.com/lfatal/docs/l__fatal_10 > y que titulé “Zonas de Confort y Premisas Dominantes”.
Ya para terminar, cito de nuevo el texto de Galeano aludido por de la Paz García que nos puede dejar clavada la espinita o volver a oponer la piedrita en el zapato: 
Tiempo de los tramposos: 
la producción no rinde, 
el trabajo no vale.    


domingo, 4 de junio de 2017

Giorgio Timms: Impulso Erótico

La segunda parte de la década de los años noventas del siglo anterior, fue un punto alto para la fotografía en Costa Rica, culmina la notable actividad iniciada a mediados de los ochentas. En aquel escenario que corría los telones en el medio local para la fotografía, y sobre todo la del desnudo, fueron develados en el “Proyecto efe”, 1990, de Giorgio Timms, en el Café del Teatro Nacional, quien a su vez  fue el ganador de la Medalla de Oro del Salón Nacional de Fotografía 1986, convocado por el Museo de Arte Costarricense, con la pieza “Alajuela” 1986. Precisamente el mismo año en que se imprimió en Berlín, Alemania, “The Black Book” del controvertido newyorkino Robert Mapplethorpe, agitando las aguas del arte por su temática del desnudo masculino y en particular del negro.
Giorgio Timms Alajuela 1986fotografía digital impresión a b/n, 16,5 x 25 cm.
Fotografía original analógica b/n solarizada, 1986. En colección del Museo de Arte Costarricense (MAC). Primer Lugar Medalla de Oro Salón Nacional de Fotografía organizado por el MAC, 1987

Algo más de aquel contexto
Se recuerda con intensidad de miradas la “Mesótica II: Centroamérica/regeneración” 1996, curada por Virginia Pérez-Ratton y Rolando Castellón, cuando conocimos el trabajo de fotógrafos centroamericanos como Luis González Palma e Irene Torrebiarte de Guatemala, Luis Paredes de El Salvador, y la nacional Karla Solano. Dos años después de aquella exposición que “cruzó el charco” (como llaman los españoles al Atlántico), en 1998, fue tiempo para la fotografía contemporánea latinoamericana: “El Cuerpo En/De la Fotografía”, curada por Dermis Pérez, Rosina Cazali y LFQ para la gran sala del MADC, con artistas como Adriana Calatayud de México, Alexander Apostol de Venezuela, Fernando Arias de Colombia, René de Jesús Peña de Cuba, Daniel Hernández de Guatemala, Misael Ruiz de España, Marie Angie Bordaz de Brasil, además de los nacionales Karla Solano y Jaime David Tischler.
A principios de la primera década de este siglo, otro importante proyecto expositivo volvió a elevar nuestra sintonía con esta disciplina creativa: “La Mirada del Tiempo. Historia de la Fotografía en Costa Rica” 1848-2003, curada por Ileana Alvarado y Sussy Vargas, cuyo libro fue publicado en 2004 por Museos del Banco Central de Costa Rica. Pero también en ese arco temporal teníamos noción del trabajo de la foto-documentalista nicaragüense Claudia Gordillo; de las poéticas imágenes de la cubana Marta María Pérez Bravo quien expuso en TEORéTica en la década de los dos mil, y de otra grande del área, Sandra Eleta de Panamá. Fueron años cuando en el país se dieron a conocer Adela Marín, con una potente visión del desnudo masculino, además Cinthya Soto, Sussy Vargas, Roxana Nagygeller, el sensualismo en el trabajo de Roberto Guerrero, y, José Alberto Hernández, con la focalización de la violencia y el tema de la muerte que asoma entre esos telones.
Este territorio marcado por la fotografía por más de dos décadas, me es útil en tanto marco referencial para comprender la temática del cuerpo, el cual adoptó Giorgio Timms como lenguaje en su vida de fotógrafo, replanteado en “Mil y un hombres. Tres Fotógrafos, Timms, Albán y Tischler”, Sala 2, 3 y 4 del MADC, del 18 de mayo al 29 de julio 2017, y visualizar en esa perspectiva el teatro de la vida, en el cual, tal y como escribe la curadora Adriana Collado citando a Connel 1997, “ensayamos cotidianamente roles sociales sobre un escenario donde confluyen relaciones de poder, reproducción y deseo”.
Giorgio Timms, Cuál cuerda tendida, 
fotografía analógica impresión digital en b/n sobre canvas, 2002
60 x 186 cm

Giorgio Timms, Sin título. De la serie “Prometeos”
fotografía analógica en b/n, 1997, 35 x 24 cm.

Activador de la actual muestra en el MADC
Al ingresar a las tres salas del museo, no logré dejar de evocar aquellos “desnudos” de Timms que definieron su lenguaje con aquellos cuerpos que -como apreció Klaus Steinmetz en la presentación del brochure del 90-, “reptaban entre las aguas del río”. Para comprender la propuesta de estos tres fotógrafos, y si la relacionamos a la de 1998 en la Sala 1 del MADC, la obra de Giorgio implica el “cuerpo en la fotografía”, mientras que Tischler tanto como Albán elaboran el “cuerpo de la fotografía”. Sin embargo, para este comentario y lo que en particular me interesa comentar, porque todavía ando nadando a contracorriente en aquellas aguas expuestas en el Café del Teatro a inicios de los noventas, y que me catapultó a congraciarme en este nuevo recorrido de  “Mil y un hombres”, precisamente donde abriga el impulso erótico recreado en el imaginario de Timms y el cual me dispongo observar y analizar su encuadre teórico y filosófico.

Giorgio Timms, Sin título. De la serie “Prometeos”
fotografía analógica en b/n, 1997, 35 x 24 cm.

Erotismo y actividad interior
Imposible dejar de cavilar en los signos que impregna el artista a cada imagen en el recorrido por los espacios expuestos. Cada uno posee un calado en la memoria suya y de nosotros como sus espectadores. Ya lo comenté en el catálogo de la muestra en Sala 1 del MADC del 98, cuando cité un texto de Gabriele Belli quien se refería al teatro plástico de Gilver Clavel:
“se cruzan entre sí imprevistas conjunciones. Lo lejano parecerá encontrar la cercanía, la unidad del igual en armonía con la disonancia del contrario”. (Belli 1988)

No es que él, Giorgio Tims, lo busque cada vez que cargue su cámara fotográfica, no es que sea lo único que aprecie en el paisaje del cuerpo varonil, pero es lo que descubre una y otra vez al observar sus capturas y revisar la incidencia de su lenguaje; esa es su recurrencia estilística, la que aporta la intensidad de su mirada al rastrear los poros de la piel humana y lo catapulta a una especie de inteorización o “trance erótico”, como lo llamaba George Bataille:
“es también el más intenso (exceptuando, si se quiere, la experiencia de los místicos). De modo que está situado en la cima del espíritu humano” (Bataille 2005).

Giorgio Timms, Sin título. De la serie “Prometeos”
fotografía analógica en b/n, 1997, 35 x 24 cm.

¿Qué sería del fotógrafo o del artista sin su lenguaje? Pues lo mismo que para nosotros es el lenguaje verbal o el escrito. ¿Qué haríamos sin el habla y el don de la palabra? Cabe preguntarse pero también cuestionarse una y otra vez lo que hagamos con dicho talento de comunicar. El erotismo, en las fotografía de Timms, no está solo en esos “Prometeos” o en aquella excelsa sensualidad del desnudo masculino o femenino tratado por él y tantos otros célebres fotógrafos; ¡no, qué va!, está en la “masculinidad”, en la construcción social sobre entendida, y sin querer herir susceptibilidades. Por eso él la encuentra donde quiera, como “el catador de belleza” que la descubre siempre y en cualquier lugar: está en la pareja de uniformados que custodian el entramado urbano protegiéndolo de la violencia en el día a día, o en el ritual de la procesión  del “Santo Entierro” o de la “Vía Crucis” de un Viernes Santo en la Catedral Capitalina, en esta imagen el actor accede a la luz que baña el perfil de un rostro varonil, y que Timms infundiendo fuerza nos lo devela en la pieza  Personaje”, San José 2016, De la serie “Una semana al año”. ¿Existe erotismo en esos símbolos u objetos que pertenecen a la esfera de lo sagrado? Para Bataille sí, pero es distinto al erotismo en la “sexualidad” humana. 
Es un aspecto “inmediato” de la experiencia interior:
“En un punto solemos engañarnos, porque continuamente el hombre busca fuera un objeto del deseo”. (Bataille 2005, Idem).

Giorgio Timms. El elegido, San José 2016. De la serie “Una semana al año”
fotografía digital impresión a b/n, 2016. 57 x 38 cm.

 Quien busca, lo que busca se deja encontrar
Al caminar por las salas del museo, Giorgio me comenta que por lo general él encuentra después de haber disparado el obturador de la cámara, lo descubre en la captura, y es cuando se percata del valor de aquella imagen, aunque piense en el tiempo, en la iluminación, en lo atmosférico y muchas otras situaciones que definen la calidad de la imagen. Por ejemplo en “El Elegido”, San José, 2016, captó a ese individuo con la indumentaria simbólica de los seguidores del taumaturgo galileo, y tuvo consciencia del escenario que le ofrecía un mural detrás del sujeto, pero hasta después se percató que unas aves alzaban vuelo detrás, y que esa aves estaban pintadas en el mural. “Lo que conviene –me decía un amigo pintor colega en la Escuela de Artes Plásticas de la UCR, donde Giorgio estudió-, lo que conviene trae fuerza”. Los teóricos de la comunicación humana y sensorial lo llaman el fenómeno como un estado de “INSIGHT”, donde aquello que no es útil para formular el proyecto, el texto o la fotografía, las palabras, las expresiones, el lenguaje a abordar no es dado como de una manera casual, expontánea, pero es porque quien se sume concentrado en su quehacer entra en un profundo estado de clarividencia.

Giorgio Timms. Golfito 1992. De la serie “Mirando al Golfo”
fotografía analógica infrarroja, 1992. 22,5 x 34,5 cm.

Razón para que el artista fotógrafo ande siempre preparado con su equipo fotográfico, o ahora fijo con el celular, pues la gracia como el amor, la violencia e incluso hasta de la muerte, nunca se sabe, es la incertidumbre que preña el signo del vivir actual.
Al respecto Bataille expresa:
“la violencia así como la muerte que la significa, tiene un sentido doble: de un lado, un horror vinculado al apego que nos inspira la vida, nos hace alejarnos; del otro, nos fascina un elemento solemne y a la vez terrorífico, que introduce una desavenencia soberana”. (Bataille 2005, Idem)

En la actividad sexual humana, en el coito, no deja de haber violencia, cuando lo abriga el desamor o porque el inminente impulso erótico es reprimido, ese es el lenguaje de lo humano, pero que no deja de infundir contenidos al arte y a las construcciones sociales, sobre todo en esta época de tantos deslices e implicancias existenciales.

Giorgio Timms. Super héroes, Tibás 2013
fotografía digital impresión a b/n, 201357 x 38 cm.

¿Qué aprendí con la visita al museo?
Valorar la visita a una muestra, se dice que que es buena, en tanto produce un cambio en el espectador, lo nutre de nuevos contenidos en su acervo intelectual, e incluso hasta es energizante al sumergirnos y nadar en las aguas del río del arte. Eugenio Trías hablando de Platón expresa: “Es necesario contactar con la belleza a través del impulso erótico lo cual implica enajenación, muerte”. Y, en ese filo de la arista caminando al borde del gran barranco, recordamos a Thomas Mann en “Muerte en Venecia”: “Quien contempla la belleza con los ojos se ha conciliado con la muerte”. En la vida espiritual se nos repite que debemos siempre morir al “hombre viejo”, al que no creía, al insensible e minusválido pues no era capaz de comprender una metáfora y sorprenderse por la belleza impregnada a una imagen como la fotográfica. 
Volviendo Trías nos aclara:
“es preciso rebasar ese estadio, dejar morir la misma muerte, enajenar la misma enajenación. Y ello en virtud de un resurgir en el que el alma verdaderamente re-nace, siendo ese re-nacer un descenso del estado contemplativo al proceso activo”. (Trías, 1997).

Ya para terminar recapitulo recordando que se nos habla de vida y de muerte, de un hilo tan sutil que existe entre lo excelso y la abrupta caída de la luz, como contemplar aquel hermoso perfil del “Cristo yacente”, bañado por la luminosidad ante la “instancia terrible”, como lo definiría el poeta Rainer María Rilke: “ese grado de lo terrible que los humanos podemos soportar”.

Giorgio Timms. Homenaje al Barroco III
fotografía digital impresión a b/n, 2017. 57 x 38 cm