miércoles, 25 de septiembre de 2019

Inés Verdugo: Bajo sospecha Vulnerabilidad y desasosiego en el arte contemporáneo

Ante todo, y para iniciar el abordaje, apreciemos el escenario de signos expuestos en “Bajo sospecha”, en tanto son rudimentos a indagar en la Sala 1.1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), de setiembre a noviembre 2019, con esta propuesta de la guatemalteca Inés Verdugo, curada por Daniel Soto. Es una muestra donde advertir el pulso de la ansiedad y el suspenso en el arte actual, expresados con pocos indicios y una noción de vacío como entorno. 

Bajo sospecha de Inés Verdugo. Sala 1.1. Foto cortesía del MADC.

De inmediato al ingresar al espacio expositivo, el observador advierte que no está presenciando una exposición más de lo acostumbrado en arte contemporáneo. Se halla ante una trama quizás detectivesca, concebida en instalación, articulada por estratos, de manera que la lectura va a darse hacia lo profundo, cavando entre señalamientos y causales, dispuestas en las capas de hiriente realidad.  En tanto son registros de la memoria, provoca escozor y reflexión, acerca de las conductas humanas y la creciente deshumanización.

Bajo sospecha de Inés Verdugo. Sala 1.1. 
Foto de A. Artavia cortesía del MADC.

Registro del proceso
El impulso percibido ante tan singular estímulo de visitar la muestra, es respirar profundo, para sentirse afianzado sobre el pavimento del museo, así iniciar a colectar anclajes y rastros: El primer estrato es un conjunto de relieves en papel de grabado, representan numeraciones de placas o matrículas de automotores, todas en blanco, dispuestas a distintos niveles, con textos escritos a mano y a lápiz de grafito, complejos de leer por la altura y el carácter caligráfico diminuto. 

Apunta al minimalismo, sensible y cuyos registros aparecen a veces imperceptibles, pero provocan tensiones de significado, que se aluden mutuamente; en este caso se da entre los grabados, números y textos entre los cuales ocurre la sinergia. Habrá otros actores materiales que van apareciendo movidos por la incertidumbre y que en ese momento, uno, como espectador, siente que le mueven el piso y se declara no saber nada del arte.

Bajo sospecha de Inés Verdugo. Sala 1.1. 
Foto de A. Artavia cortesía del MADC.

Pero llegamos al MADC revestidos por el ojo del investigador, lupa en mano y adiestrados en leer signos, y, por supuesto, la misión de sacar a flote la interpretación. Se expone un cuaderno de apuntes con ventanillas agujereadas que atraviesan todas las páginas, bajando hasta el estrato de la tapa, donde fueron pegadas pequeñas fotografías de personas, y anotaciones en las distintas páginas que son protocolo del investigador, para cotejar datos y elaborarlos como información del caso. También se exhibe una falda colgada de lo alto, que tiene el curioso detalle de estar cosida a cierta altura, para repeler cualquier intento morboso.      

Como en muchas de las investigaciones delictivas, los indicios son pocos, requiere especular directrices, intuir rutas para salir a flote de esas aguas turbulentas, como las de la sociedad actual que enmarca esta artista: la ciudad de Guatemala lugar de residencia y donde ocurrió el acto de estudio. El caso proviene de una experiencia de la vida diaria y que ocurrió a la artista, cuando fue abordada dentro de su propia casa por maleantes que la despojaron de valores familiares, e intentaron violarla. Emocionalmente el caso dispara grandes detonantes, sociales, culturales y humanos, pues deja secuelas e imbrican los distintos estratos de lo expuesto. 

Bajo sospecha de Inés Verdugo. Sala 1.1. 
Foto de A. Artavia cortesía del MADC.

Entrar al espacio del museo, y asumir el desafío de interpretar a la artista, y a su obra, implica ir hacia el corazón mismo de la naturaleza humana, donde se gestan los conflictos, y detonan ecos de las calamidades sociales que nos mantienen en vilo, apantallando una realidad que no existe, pues la verdad es cruda. De ahí esa visión de registros de investigación: números de placas, direcciones, teléfonos, marcas, apodos, huellas, cicatrices, vestimentas, indumentos y nombres que van a ser revisados y anotados en las actas de reconocimiento y comprobación.

Inmediatamente, y como suele ocurrirme, todo eso me conectó con dos libros detectivescos muy representativos en la cultura literaria guatemalteca: “El hombre de Montserrat” de Dante Liano, y “Ningun lugar sagrado” de Rodrigo Rey Rosa. Se vivencia angustia y perplejos estados del alma, de cuando la rueda de la fortuna marca el punto más bajo y álgido, pero es cuando comienza a resarcir fuerzas para empujar y llegar de nuevo a la cúspide. No se escapa de mis evocaciones alguna trama novelesca de la Susanna Tamaro quien trata estas provocaciones a la discordia, y al dolor que se esconde.

Bajo sospecha de Inés Verdugo. Sala 1.1. 
Foto de A. Artavia cortesía del MADC.

Delante de tanta perplejidad, era necesario buscar algún sostén con palabras de la misma artista, quien aduce: “En forma de novela policial se narra una historia y cómo esta, repercute en la psique humana entre la obsesión y la neurosis, entre lo real y lo imaginario”.

Quizás el sino más complejo de interpretar, es qué hace aquella falda cosida y colgada en el espacio de la sala, presencia femenina, arremete con furia en la conciencia colectiva, que no tiene tácticas eficaces para combatir esos grados delictivos y acecho contra la mujer. Al respecto, y con esto termino mi interpretación de “Bajo sospecha”, con las palabras de la artista en el texto que acompaña la muestra, quien aclara la persistencia del enigma, y declaración de agredida: “El día del asalto en mi casa yo llevaba una falda morada, y sabe qué pasa cuando una mujer usa una falda, que ésta se puede levantar muy fácilmente”. El curador infiere una frase cuya interpretación cierra el caso: “Esta fue la última ocasión en la que ella usó una falda. Por que cosió todas las faldas para proteger su vulnerabilidad”.


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