El artista escultor Chao Harn Kae se sirve del barro, gres, o arcilla -tierra y agua, materias origen del planeta-, para crear esculturas que son como el recuerdo impreciso de una imagen pretérita, cuya poesía retorna a la memoria por la mano del artista alfarero, y esa imagen es un bosque poblado de centauros, ninfas y faunos. Son criaturas que combinan rasgos humanos: Rostros, manos, orejas, ojos, bocas, narices, y en ocasiones poseen partes de cuerpos, que experimentaron no solo pasar por el fuego para alcanzar el temple de la materia cerámica, sino simbólicamente por el fuego de las vicisitudes.
Chao Harn Kae. Cerámicas. Foto cortesía del artista.
Ese signo puede representar la hoguera del mundo, el horno de la vida, que quema a pesar de alcanzar alta calidad, pero que también posee contingencias, braza encendida, que no nos deja estar en paz o gozar a cabalidad ese estado de holgura y bienestar.
Los centauros eran animales mitológicos de fabuloso porte, mitad hombre y mitad caballo. Las ninfas solían ser divinidades menores de la mitología grecolatina, merodeaban las fuentes, bosques, montañas, lagos, ríos. Los faunos habitaban esos jardines paseándose junto con las ninfas. Eran representados como figuras humanas muy fogozas, con orejas puntiagudas, cuernos y patas de cabra.
Chao Harn Kae. Cerámicas. Foto cortesía del artista.
Un estado de lo (in)consciente
Uno de los tormentos vivenciados por Nabucodonosor, rey de la mítica Babilonia, era soñar con una figura monumental, ídolo cuya cabeza era de oro, cuerpo de plata, pero pies de barro. Y me refiero a estos simbolismos pues en la obra de Harn Kae, estos signos son los que sustentan el lenguaje dando contenido a su abordaje.
Apreciemos algo del significado de ese sueño del rey babilónico: La cabeza de oro era el pensamiento, un lujo hoy en día que vale su peso en ese metal precioso, por el cual se derrumbaron imperios, pero nacieron otros, como la civilización contemporánea tan cargada de espejismos, pero también incertidumbres. El cuerpo de plata representaba lo que puede decaer o al contrario sobrellevar las cargas de la vida, un punto de ataque, vulnerable; los pies de arcilla, pueden resquebrajar, desintegrarse, representó el colapso de todo ese ícono de poder: la cultura, el mercado actual, la nueva babilonia.
Chao Harn Kae. Cerámicas. Foto cortesía del artista.
Luis Guillermo Sánchez, editor de la revista en línea “Alternopolis.com”, refiere al trabajo de este escultor oriental, y nos habla de fragilidad; califica nuestra existencia en la tierra como frágil, sentenciando que estamos más cerca de la naturaleza, de lo que podríamos pensar. Y al definir la práctica creativa de Chao, habla de «Desarrollar la humanidad mientras se mantiene fiel a la naturaleza humana». (http://alternopolis.com/harn-kae-chao-sculpture/)
Además, Sánchez, analiza la perspectiva del pensamiento de este escultor de origen malayo, quien vive en Hong Kong, destacando sus palabras: «La cerámica puede ser muy frágil. Algunos se rompen en pedazos en el proceso. Algunos se funden en una pasta. Si eso sucede, tengo que empezar la creación de nuevo. A diferencia de otras formas de arte, no hay forma de arreglarlo o modificarlo”.
Chao Harn Kae. Cerámicas. Foto cortesía del artista.
Chao Harn Kae. Cerámicas. Foto cortesía del artista. |
Repensar el arte de Chao Harn Kae
Las palabras de Chao, motivan a relacionar su sentido crítico, con un pasaje muy significativo de nuestra Biblia cristiana, precisamente con el libro del profeta Jeremías 18-22, conocido como “la acción simbólica del alfarero y el barro”. En los cuatro versículos dice: “El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Baja a la casa del alfarero y allí te comunicaré un mensaje.» Yo, Jeremías, bajé y encontré al alfarero trabajando el barro en el torno. Cuando el objeto que estaba haciendo le salía mal, volvía a hacer otro con el mismo barro, hasta que quedaba como él quería”.
Chao Harn Kae. Cerámicas. Foto cortesía del artista.
Como “conocimiento derivado de Jeremías” nos dice mucho de nosotros mismos, de nuestra vida, a veces necesitamos ir al taller del maestro alfarero, o al taller del maestro carpintero, ebanista, hojalatero; cuando nada funciona como deseamos, es que necesitamos ser arcilla en las hábiles manos del alfarero, para ser restaurados con nuevos bríos, para enfrentar tantas inclemencias de esta vida.
Chao Harn Kae. Cerámicas. Foto cortesía del artista.
El poder de la mirada
En esas criaturas modeladas por las manos de Caho Harn Kae, prevalecen los gestos de la mirada, en los ojos y las manos. No son cualquier mano la que modela Chao, tampoco cualquier ojo ni otra singular mirada; poseen una impresionante profundidad, que engulle hacia sus adentros poblados de poesía, pero también miedo, terror al exterior tan violento como el que se vive en la actualidad.
Chao Harn Kae. Cerámicas. Foto cortesía del artista.
Esas miradas dadas a los ojos de las figuras son un tamiz que bloquea la violencia del mundo externo, protegiendo la interioridad cargada de bondad de un hombre bueno, quien busca, investiga, experimenta, y en tanto sabe de las propiedades y carácter del material que trabaja, comunica ese lenguaje fluyendo, brotando de sus adentros, tesoro tan singular y como dije poético.
Chao Harn Kae. Cerámicas. Foto cortesía del artista.
El imaginario simbólico de Chao
Otras de sus esculturas son cabezas sin torso, son rostros transparentes que también envían una lectura al espectador describiendo el interior que habitan, de las intensiones de ese individuo, de ese ser que Harn Kae modela. Algunos son retratos, vasijas o contenedores, y también mezcla con el vocabulario mágico de las criaturas mitológicas, que nos transportan a un bosque colmado de árboles, para saltar desde tal jardín interior, a los ojos, a las miradas, a esos gestos de silencio pero que son portadores de una fuerza sin igual o genuina.
Chao Harn Kae. Cerámicas. Foto cortesía del artista.
Ese carácter es la fuerza del espíritu de un hombre que elabora la materia origen, agua y tierra, pero cuyo espíritu es la sustancia pura del planeta. “Polvo somos y en polvo nos convertiremos”. Polvo, que al mezclarse con agua transustancializa en barro, el cual pasa por el fuego donde se funde y alcanza la virtud de la materia: Se convierte en una nueva materia; resistente pero frágil, que regenera un vacío como principal atributo de utilidad, que puede contener cualquier líquido, pero aunque es física, tangible, visible, utilizable, funcional, lo que importa de esa condición es el vacío o antimateria, no se ve pero es útil, y es esencia de la forma.
El escultor Chao Harn Kae, sabe de este razonamiento, sabe como modelar la materia, lo tangible y lo intangible, lo demuestra con fábulas, con andanzas en el jardín del paraíso, el soñado, el añorado y motivo de ser eternos migrantes, buscándolo, pero que debemos cultivar toda maleza, para que no se apropie de ese edén.
Todas las imágenes son © Harn Kae Chao
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