jueves, 25 de julio de 2019

Alberto Murillo y los enigmas de la sombra

Retrospectiva de Alberto Murillo Herrera, “Treinta Años de Grabado”, Museo Rafael Ángel Calderón Guardia. Julio 19 - Agosto 10, 2019.

El triángulo arte, técnica y naturaleza, como ocurre con la gran tómbola de la fortuna, que gira y gira hasta detenerse a parir lo esperado: la propuesta expositiva con sus frutos, en este caso una colección de grabados donde destaca el claroscuro y el manejo de la sombra. Nos habla de esa esfera que simboliza el mundo, con el desafío de sus fortalezas, pero también complejidades, de ahí es que emergen estas obras de singular proeza y factura.

Alberto Murtillo. Cromoxilografía, expuesta en 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

A tales escenarios, no se arriba sin una labor disciplinada, constante, rigurosa, como la que caracteriza a Alberto Murillo Herrera (1960). Implica sacar provecho de la prueba, e imbricar con las caras de un sujeto de estudio que se vuelve escurridizo, y obliga replantear algunas veces todo desde cero. Es por ello que, esta práctica artística es sinónimo de investigar, de enfrentarse a lo nuevo e innovar.

Alberto Murtillo. Cromoxilografía, expuesta en 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

Teoría y juego de simbolismos
En el estudio del color como pigmento y el contraste claro-oscuro en particular, para comprender el significado del vocablo “valor”, lo que salta a la vista, está arriba y adelante, media el uso de una amplia diversidad de grados de gris, oscuros y profundos. Importa afirmar que entre esas capas de gris existe una atmósfera representada, y ese es el principal logro de este estudioso de del arte gráfico, salirse de lo plano, no siempre se logra y es lo que aporta profundidad a la imagen. En algunas xilografías, el artista lo logra en el momento del estampado, acentuando ligeros acentos cromáticos, impregnado la escena de matices tímbricos que elaboran el contraste de calidad o luminosidad. 

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

Con esto, Murillo propone contrastes, armonías, pero también en lo temático y el lenguaje suscita contradicciones: Aparece el buitre que acecha a la tímida avecilla en el instante de romper el cascarón; o el cuervo que instiga a la flor -ave del paraíso-, entre sobre-posiciones de franjas diagonales que generan acción, y transparencias que dejan pasar las vibraciones del bajo continuo, que proviene del fondo marcando el ritmo a la visualidad compositiva, como también lo hace en una pieza musical.

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

En ese juego y espacio de tensiones pervive la transparencia con la dinámica de la forma; metáforas de lo luminoso. Pero lo carente de luz, por el contrario, está relacionado a la muerte y el inframundo. Cuando se habla de las sombras se comprende lo que se trama del lado oculto, informal, especulativo y a veces insano. Cala bajo las raíces de los árboles, por donde repta la víbora, y los topos agujerean sus madrigueras.

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

Alberto Murillo Herrera, grabador 
Continúa la tradición familiar de artistas: Hijo de la pintora Grace Herrera Amighetti -sobrina, a su vez, del maestro Francisco Amighetti Ruíz (1907-1998)-, y eso representa mucho para el arte costarricense; es un linaje o relación de poder. Aunque él con su técnica y manejo del lenguaje, reinventa su propio escenario de expresión. O sea que ingresó a la práctica artística con todo servido, pero la conquistó, no es solo heredad, con trabajo e investigación: Con la cromoxilografía, la xilografía en blanco, negro y grises; pero también con el grabado en metal, monotipia, y serigrafía. 

Alberto conserva elementos conceptuales o técnicos del arte y tradición oriental, aunque también hace lectura de grandes grabadores occidentales, como el dramatismo de la judío-alemana Kathe Kollwitz (1867-1945), del mexicano José Guadalupe Posada (1852-1913), de quienes asimila no solo manejo de herramientas técnicas, sino del pensamiento. Diría que no deja de observar a Francisco de Goya y Alberto Durero, entre otros.

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.


Del referente “amighettiano” conserva el amor por el arte y en particular del grabado japonés, pero más que amor da significado al profundo respeto por la naturaleza. Del maestro Posada, aprecia ese juego de tensiones con la muerte, que aparece atisbando la escena principal, a veces simbolizado por el cuervo, el zanate; o el zopilote que se mantiene en vilo acechante ante la carroña. 

Se palpa un ahínco por el trabajo, quizá heredado de su madre, para tener control de la producción seriada de nitidez técnica, creatividad y técnica, cuya esencia se trasviste para obligar a buscarla cotidianamente. A eso le llamamos investigar, y actúa cuando se enseña lo que no se sabe, pero que urge aprender. Por eso afirmo que en el taller de un artista se suscita a diario (des)aprendizaje, de las estructuras mentales y los rigores de la técnica, y a veces cambian sus roles convirtiéndose en carceleros de la expresión y creatividad.

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

Orientalismo y significado de las sombras
El enamoramiento por lo oriental, proviene desde su tiempo de estudiante, e influencia quizás de su madre, otra enamorada del arte japonés, como también lo era su tío don Paco. En una entrevista de Dorian Díaz, para el suplemento cultural Ancora del periódico La Nación, la periodista destaca del domingo 21 de julio 2019: “Cuando era alumno de la Escuela de Artes Plásticas de la UCR hubo dos hechos que marcaron su destino: llevó clases de grabado con los maestros Claude Huart (Francia) y Hodaka Yoshida (Japón), traídos por el profesor de grabado Juan Luis Rodríguez”.

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

Pues de tanto estudiar dibujo, pintura y grabado oriental, ese ABC se le adhirió a su estructura mental con singular vocabulario, así como las estrategias compositivas para constituir las imágenes y estructural el cuadro. Apreciar esos grabados me recuerda un librito muy amado por mi, del novelista japonés Junichiro Tanizaki, “El Elogio de la Sombra”:
 “Lo bello no es una sustancia en sí sino un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra. Lo mismo que una piedra fosforescente en la oscuridad pierde toda su fascinante sensación de joya preciosa si fuera expuesta a plena luz, la belleza pierde toda su existencia si se suprimen los efectos de la sombra“. (Tanizaki. 1933, edición original)

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

Luz y oscuridad
Estos contrarios han sido relacionados a los poderes de la naturaleza, pero sombra es lo oculto, negativo y quizás hasta ilusorio de una metáfora sobre la última instancia: “la tumba que espera con sus fúnebres ramos”, como expresó el poeta Darío en su poema sobre la fatalidad. Eh aquí que en Occidente nos recuerda “La Santa Muerte” de Posada, y el significado que guarda para millones de personas esas tradiciones y celebraciones, como para los mexicanos y chicanos, las cuales hoy están en la mira quebrantadora de los sistemas de poder. 

Al contrario, la luz significa lo excelso, que también quieren robárnosla el mercado global, cambiándola por sus espejismos, que intentan volvernos consumidores a ultranza, y que patentiza que no somos nada si no aparecemos en los registros mercantiles, tarjetas de crédito y consumismo desenfrenado.

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

No se trata de la luz de la sabiduría, la luz espiritual que desveló a los místicos sumidos en la larga vela de la celda conventual. La referida es la luz de las pantallas y monitores donde aparecen el mayor despliegue publicitario para hacernos comprar, y olvidar lo propio.

Ese arte de Murillo posee una belleza subvertida, presagio que a veces pareciera ceder al miedo, a lo funesto, a la corrupción actual, y sus siniestros mecanismos de neo-dominación hegemónica o neo-filibusterismo. Pero me gusta pensar lo opuesto, en tanto quien ama lo bello se congracia con la muerte, como el catador o artista, quien termina encontrándola donde quiera.

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.


La técnica
Murillo utiliza tacos o planchas de madera para grabar, o placas sueltas recortadas, que funcionan o aparecen en varias estampas; técnica que quizás aprendió de doña Grace, su madre, quien utiliza ese procedimiento de construir las xilografías modularmente, aprendido a su vez del maestro paraguayo Carlos Colombino, quien, a finales de los setentas del siglo pasado, impartió un taller de nuevos procedimientos para la xilografía en el CREAGRAF, Escuela de Artes Plásticas, Universidad de Costa Rica. 
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

Crear, para Murillo, es un juego de ajedrez donde el adversario, la bestia, el cuervo o la serpiente, son tópicos con los cuales se atreve a (des)entrabar su lenguaje, lo que nos quiere decir en casi un centenar de estampados, que expone en el Museo Calderón Guardia. Pero, sobre todo, en esta colección con la cual aborda la representación del bosque, montaña, selva, troncos, ramajes, trepaderas, lianas, líquenes y musgos, asociándola a esa vorágine que representa la sociedad actual, la selva de la urbe contemporánea.

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

Pienso, y con esto termino este acercamiento al grabador Alberto Murillo Herrera, que escogí este tracto de su exposición en el Museo Calderón, porque florece en ello lo natural, no solo lo animal: El avecilla, pero también el ave rapaz, el puma, la serpiente, y a pesar de que esos abordajes son de tan singular factura, pero en los retratos de su esposa Julia o su hijo Emiliano, o sus autorretratos, ha puesto gran atención, y son una componente importante de la totalidad de su obra.

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.

En particular me motivan esos bosques, arboledas, edén amenazado por la contaminación punzan nuestra conciencia de preservación, que hay que salvar a toda costa. Trata con astucia y logro la profundidad del bosque, el primer, segundo y plano de fondo, al igual que los distintos niveles: ramaje y copas de árboles, troncos y sotobosque, pero entre ellos pervive lo que interesa y que llamé “atmórfera”, por donde repta esa bestia en acecho pero también es donde se defiende una gran batalla que la puede salvar.

viernes, 19 de julio de 2019

INFANCIA: Mirada Transversal

En este blog Árbol de Miradas publico textos en proceso, que van cambiando, corrigiéndoselo o ampliándose hasta alcanzar a ser definitivo, y que publico en WSI Magazine. Ocurre pues por lo general la vigencia de un contenido pierde actualidad o requiere ser retroalimentado por los lectores, y esta posibilidad la ofrecen las redes.

Vista de sala de Extraña Infancia, 2019, en el Museo de Arte Costarricense. Foto LFQ.

Infancia: Mirada transversal
Tres visiones distintas de la niñez en el arte costarricense actual

Mantengo en el pensamiento el decir de un viejo amigo pintor cartaginés: “lo que conviene, trae fuerza”. Circunstancialmente, encuentro tres eventos distantes y diferenciados entre sí, referidos al abordaje de la niñez como modelo de representación, pero también como agente que enciende acalorados cuestionamientos sociales, y entabla la efusividad de una mirada crítica, que, transparenta su comprensión. 

El primer evento focaliza la muestra Extraña Infancia. Figuraciones y fabulaciones de los niños en el arte de Costa Rica”, 2019, curada por Sofía Soto-Maffioli, para el Museo de Arte Costarricense (MAC). La segunda es “Miradas Vitales”intervenciones de niñas y niños con autismo, desarrollado en residencia por la artista-fotógrafa costarricense Flavia Sánchez Cabezas, con el subtítulo de "Prácticas artísticas como vía para la inclusión”realizada en Honduras, apoyada por el Centro Cultural de España en Tegucigalpa. Y, el tercero es Aquelarre”, propuesta expositiva de José Rosales, curada por Daniel Soto Morúa, para la Sala 1.1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), julio 2019. 

Arquetipos de la niñez en el MAC
Se trata de una muestra que articula diversas focalizaciones de la niñez con la pintura, dibujo, grabado, literatura y escultura. En los textos la curadora expresa:
“En todas sus figuraciones en el arte, la infancia ha funcionado como una metáfora: metáfora de lo divino, metáfora del poder, metáfora de la patria, metáfora del artista. Pero el niño, en sí mismo, fue, y sigue siendo, el gran desconocido”. (Soto-Maffioli, MAC. 2019)

Emil Span. Retrato de niña Jiménez, 1908.

Interesa buscar el por qué se le considera “extraña” a la infancia, cuando esta palabra atañe a la existencia de un elemento no común, fenómeno que subvierte una escena, investigación, experiencia, o práctica creativa, sin embargo, es medular y genuina. 
La propuesta del MAC -con depurado manejo museográfico, estructura y curaduría-, enmarca distintas zonas de abordaje: Un adulto en miniatura, El retrato aristocrático; Niños pobres, huérfanos y trabajadores; Niños campesinos; La educación; Niños y animales; El retrato infantil; y El niño como metáfora.

Teodorico Quirós. Niño. 1931.


El reto de mirarnos a nosotros mismos
Reflexionar sobre la niñez conlleva retrospección, regresión para vernos inmersos en nuestros contextos del pretérito: escuela, potreros, ríos, costas, parques, cines, bibliotecas, herramientas y materiales. En esta revisión es posible advertir la energía del otro, de quien no soy yo, pero que consiente o confrontar, seguir o evadir los caminos que la sociedad delinea (o bloquea), para la seguridad y aplomo del infante, pero que el artista, gestor travieso y astuto, a veces subvierte. De ahí la percepción de que el artista, en su práctica creativa, juega como el niño.

Consultada la curadora de esta muestra y directora del MAC, acerca de tales insumos al pensamiento crítico, responde: “La infancia representada por los artistas es (casi) siempre o al menos usualmente un medio para comunicar otra cosa. Siempre es un símbolo, una metáfora o un objeto de una visión adulta sobre la naturaleza de la infancia. El niño representado no es un niño real o natural, es un depositario de una idea sobre algo más. 
La infancia no se puede decir ni representar a sí misma, por lo que es objeto permanente de la visión de ella que el adulto confecciona”.

Emilia Prieto. Claudicaciones y Pedagogía fachista. Xilografía.

Breve recorrido por las salas del museo
Invita, al ingresar a las salas, a un viaje al pasado, y anclar en determinados puertos y ciertos momentos: Aprecia el arte religioso desde el siglo XVIII, XIX y el XX. Meditamos acerca de la pobreza o las contingencias de la vida de los niños ante la adversidad del cotidiano. Vivifica la luminosidad y optimismo de un niño campesino, pintado en 1931 por Teodorico Quirós, delata la fascinación que el maestro podía experimentar por el tema de la infancia, tanto como por el paisaje costarricense. De pronto, un corte contrastante nos saca de esa ensoñación: La pintura de Sofía Ruíz, cargada de densa luminosidad y resquicio para entrar al dominio de lo psicológico y hasta siniestro. 
Me suscitó emoción y desenfado, el grabado de Emilia Prieto de un niño que mira como se estira su propio cuerpo, cual si fuera un fajo de papel.
Nos detiene la pintura de Luisa González Feo de su hijo Guido Sáenz, dando sus primeras pinceladas y abordando los enfoques de la educación en el arte. 
Son advertidas las preocupaciones de Adrián Arguedas por la transculturización, y la confrontación a los nuevos filibusteros: el mercado. 
La poesía reclama su presencia con los libros de don Paco Amighetti, ilustraciones creadas por él mismo, pinturas, pero sobre todo grabados y cromoxilografías, como “Conflicto entre el gato y el niño”, 1969. También advertimos lo poético de aquel niño y la nube, que se vuelve diálogo  lúdico. La muestra es rica en documentaciones de libros, apuntes, ilustraciones que testimonian las destrezas y talentos de los maestros del arte nacional.

Las obras expuestas conforman colecciones como la del Museo de Arte Costarricense, el Teatro Nacional, el Museo Nacional, el Patronato Nacional de la Infancia, el Instituto Nacional de Seguros y otras particulares, con obras de Adrián Arguedas, Alberto Murillo, Ana Griselda Hine, Aquiles Bigot, Emil Span, Emilia Prieto, Enrique Echandi, Ezequiel Jiménez, Fausto Pacheco, Filippo Indoni, Francisco Amighetti, Francisco Zúñiga, Gonzalo Morales, Gustavo Araya, Hans Wimmer, Harrison Nathaniel Rudd, Jorge Gallardo, Jorge Manuel Vargas, Juan Manuel Sánchez, Julio Escámez, Leda Astorga, Luisa González Feo, Marco Aurelio Aguilar, Marisel Jiménez, Max Jiménez, Néstor Zeledón, Paynter Brothers, Raúl Aguilar, Rigoberto Moya, Sofía Ruíz, Sonia Romero, Tomás Povedano, entre otros.


“Miradas Vitales” de Flavia Sánchez
Comenta Flavia que “el arte también traza esos indescifrables caminos, que nos permiten explorar nuevos lenguajes y nuevos senderos para el entendimiento, sobre todo cuando algunos de esos caminos nos han sido bloqueados”. 

Flavia Sánchez. Miradas Vitales, 2019. Muestra de arte infantil en el Centro Cultura de España en Tegicigalpa.
Foto cortesía de la artista.

Este razonamiento empuja a descubrir, a preguntar, a develizar el escenario: ¿Cómo define Flavia Sánchez la estancia creativa cuando el niño reinterpreta y resume su propio sentido? ¿Cuál es la metodología de aproximación a esa conciencia de la niñez?, y, en este proyecto en particular, ¿qué carácter de discapacidad enfrentan?
Flavia: La exposición es resultado reflejo de la participación en diálogos abiertos a la expresividad y a la apropiación de significados entre artistas, y niñas o niños con condición de autismo. Durante 7 días, 35 menores, junto a sus familias, asistieron al Centro Cultural de Tegucigalpa Honduras (CCET), para intervenir, reinterpretar y apropiarse libremente de reproducciones de obras de artistas contemporáneos.

Niños hondureños trabajando en el taller impartido por Flavia Sánchez. Fotos cortesía de la artista.

LFQ: ¿Qué palabras poderosas asumieron para hacer fluir esa exploración? 
Flavia: Apropiarse, destacar, anular y diferenciar, son tan solo algunas entre tantas libertades poco frecuentes, que, se nos permiten como medios para explorar nuevas formas de comunicación, y que es uno de los mecanismos centrales de este proceso. 

LFQ: ¿Cómo definir o explicar ese mundo afectado?
Flavia: En el autismo no hay un solo mundo, cada persona es única, al igual que sus familias, con anhelos específicos, así también lo son sus necesidades expresivas y concepción de mundo. 

Niños hondureños trabajando en el taller impartido por Flavia Sánchez.

LFQ: ¿Cómo llegaste a definir este proyecto?, ¿qué te mueve a asumir tan singular ángulo de la creatividad humana?
Flavia: Desde el año 2014 he venido desarrollando proyectos artísticos participativos con grupos de personas en condición de invidencia y trastorno del espectro autista. Mi principal objetivo ha sido explorar diversos mecanismos de creación artística para propiciar la comunicación e intercambio de experiencias vivenciales y culturales entre artistas visuales de diferentes áreas y las personas con discapacidad.

Flavia Sánchez. Miradas Vitales, 2019. Muestra de arte infantil en el Centro Cultura de España en Tegicigalpa.
Fotos cortesía de la artista.


LFQ: ¿Qué implican?, ¿cuáles caminos te permite encumbrar? 
Flavia: Se intenta “horizontalizar” el conocimiento entre dichas poblaciones, para explorar abordajes de estos temas a profundidad, en beneficio de los grupos minoritarios y en riesgo social.  

LFQ: ¿Qué exploras?, ¿qué te motiva en esa misión?
Flavia: He partido del potencial a nivel comunicativo de imágenes producidas por personas con dicho síndrome, enfocándome en la activación sensorial que la mirada genera tanto en el espectador como en el individuo productor de éstas. 

Flavia Sánchez. Miradas Vitales, 2019. Muestra de arte infantil en el Centro Cultura de España en Tegicigalpa.
Fotos cortesía de la artista.

LFQ: ¿Cuál es la cala y naturaleza de esos frutos?
Flavia: El trabajar con estas personas me permitió abordar tres ejes fundamentales para el arte, como forma para la inclusión social: 
El primero es la razón social, es decir, la necesidad de concientizar a la población en general sobre este trastorno. 
El segundo, la dignificación individual, esto es, la necesidad de ampliar la interacción, mostrar las individualidades, los modos de ver y las potencialidades de las personas con autismo, por medio de una revisión de su producto creativo como medio de comunicación alternativo; presentado la obra de cada miembro de la familia y la producción de los artistas, no como miradas aisladas, sino como expresiones creativas presentes y determinantes en la sana convivencia social. 
Tercero, el defender la producción de las personas con autismo, no solo como una terapia, si no como una obra artística en sí misma, donde se encuentran reflejadas las necesidades, percepciones y emociones de las creadoras y creadores.

Invitación de la muestra Aquelarre de José Rosales, Sala 1.1. de MADC, 2019.

José Rosales y Aquelarre en el MADC
Porque te conozco no solo de esta reciente propuesta en el MADC, sino por lo que expusiste en la Alianza Francesa, “Objetos internos”, 2017, en el actual Salón 2019 del MAC, en tus participaciones en las muestras Mayinca, u en tu proyecto de tesis, la niñez es un sujeto que cuestiona, que motiva a la reflexión. Quiero preguntarte ¿a qué se debe que asumas ese rol en las manifestaciones del arte joven?
José: El tema es un denominador común entre todas las personas, y les permite relacionarse, en la medida de que todos hemos sido niños. La niñez, a pesar de esa ubicuidad, es un fenómeno comprensible que nos motiva a entender el vocabulario, de que los niños no tienen el poder de hacer sus propias representaciones de ellos mismos, como lo tienen los adultos de retratarse a sí mismos o a sus colectivos, con sus singularidades específicas.

Muestra Aquelarre de José Rosales, Sala 1.1. de MADC, 2019. 
Foto publicada en página de Facebook del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo.

LFQ: ¿Se trata entonces de un asunto de inclusión o exclusión?
José: Los niños están excluidos de este proceso, no pueden hacer teoría u otras formas de producción de conocimientos. 
Reconocer la niñez es reconocer esa fricción entre un vacío de conocimiento de primera mano,  que se tiene de la niñez, y la tensión entre las representaciones o imágenes, y los textos que hacemos los adultos con fines muy concretos.

Aquelarre de José Rosales, Sala 1.1. de MADC, 2019. 
Foto publicada en página de Facebook del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo.

LFQ: Respecto a tu muestra en Sala 1.1 del MADC, ¿qué significado tiene ese espacio permisivo y de celebración que denominas “Aquelarre”?
José: Me apropié del cuento de “Los siete cabritos”, de los hermanos Grimm, en tanto permiten llegar al punto de inflexión acerca de los límites entre justicia-injusticia, malos o buenos, diferenciando una toma de conciencia acerca de la niñez.
Lo estudiado se vuelve un territorio secularizado de celebración, reunión de brujas, asociado, como se dijo, con el desenfreno, la persecución, las dinámicas de intervención y moral, muy en disputa entre la oficialidad y secularidad. Es un intersticio para organizar, para cuestionar, confabular, que enmiende un cambio en la organización colectiva.

Aquelarre de José Rosales, Sala 1.1. de MADC, 2019. 
Foto publicada en página de Facebook del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo.

Las capas de la investigación
Resulta fundamental, y con esto cierro, considerar el fondo, lo que transparenta al sobreponer estas miradas transversales al arte, y lo que permanece, luego de apaciguar las aguas revueltas de la interpretación. Para Sofía Soto, en el título «Extraña Infancia», convergen dos significados: “Es extraña, porque la infancia sigue siendo ajena; extraña porque no es natural, sino codificada de manera diversa para significar otra cosa. Por ello la importancia del subtítulo de la exposición: Figuraciones y fabulaciones de los niños en el arte en Costa Rica”.
Flavia Sánchez plantea: “La intención de vincular la producción de artistas y personas con autismo es permitir la construcción de un mundo conjunto, donde se entrelazan ideas, percepciones, necesidades expresivas e imaginarios creativos entre los participantes”.
José Rosales, a su vez, asume el reto: “En la trama del cuento referido de los hermanos Grimm, se retoma el desenfreno vivido en el aquelarre. Los personajes se reúnen y celebran la muerte. Una forma de expiación de todas esas cargas que llevamos como la violencia, la desigualdad social, la discriminación”. 
El ejercicio de sobreponer estas miradas nos es útil, al artista, curador, crítico, historiador, espectador, al tratarlas de manera simbólica, “tropos”, (des)aprendizaje derivado que denominamos arte, el cual nos requiere estar en perenne sintonía con la vida, la sociedad y la cultura.