El espacio expositivo REUNION, Escazú, exhibe durante estas semanas de agosto 2019, una singular propuesta de arte joven costarricense, con los artistas Verónica Alfaro y Alessandro Valerio, curada por Carlos Fernández y Sergio Rojas. Interesa, en tanto al visitar lo exhibido, la conciencia recarga energías para reflexionar sobre aspectos centrales a la cultura del día a día, con abordajes como la contaminación ambiental, la vida urbana, el hogar o habitar lo propio, y cómo lo observan las nuevas generaciones en sus prácticas cotidianas, ensayando discursos y nuevos lenguajes.
Alessandro Valerio. Bajaba el Agua, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Alessandro propone el tema de la historia de una barriada capitalina como es “Tournón”, y el río Torres que lo atraviesa. Verónica aborda las metodologías para construir no solo habitaciones, sino constituir el imaginario de símbolos a partir de esa realidad actual tan cargada de antagonismos.
Verónica Alfaro. A medida que vamos resistiendo, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
“A medida que vamos resistiendo”, de Verónica Alfaro
La joven artista costarricense plantea otro carácter de concientización y cuestionamiento a las ideas constructivas y conformación de la ciudad, por añadidura, como ente de intensa producción humana. Como insumos materiales, ella se sirve de recortes de madera que abundan en el taller de un ebanista o carpintero, o como producto de la reparación de su casa, para con ello reconstruir su imaginario, pre-visualizando un entorno habitacional ficticio, que solo está en su imaginación, pero que proyecta el deseo, la pulsión interior que atiza su creatividad.
Verónica Alfaro. A medida que vamos resistiendo, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Se trata de una muestra muy bien articulada y producida por Carlos Fernández y Sergio Rojas. Utiliza montajes con monitores y “tablets”, para figurar escenarios tecnológicos en las paredes, o dentro de una instalación. Invita al espectador a sentarse y jugar, como lo hace esta artista al recrear lo construido, a partir de recursos simples, quizás ordinarios, pero al estar apoyados por el video, la fotografía, y la documentación, intrincan como soluciones posibles a una práctica artística caracterizada por lo relacional y la vinculación social.
Respecto a su propuesta, Verónica, comenta: “Creo que mi práctica se inclina por el cuestionamiento de espacios habitacionales, de los materiales y objetos que hay dentro de ellos, y de las constantes despedidas (o rituales para negarlas) que hacemos a diario debido al deterioro”.
Verónica Alfaro. A medida que vamos resistiendo, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Me interesa saber ¿cuál es el carácter de tu aporte e investigación a esta muestra?, ¿qué relación consiente, y por qué los materiales de tu propia casa son un personaje más? “Acepto -responde Verónica-, que mi mayor capricho es mi casa, y percibirla como un personaje más que no solo habito, sino que también convive conmigo.
Háblanos de los recursos materiales y su singularidad, ¿cómo llegaste o descubriste, y a sentirlos familiares, como si fueran los tuyos, digo familiaridad? “Los tucos leñosos de la exposición, son parte de mi colección de retazos de madera que he ido recolectando poco a poco de las remodelaciones que a fuerza se han tenido que hacer en casa. Me gusta pensar que resistimos juntos, y, que, la falta de funcionalidad no es algo que nos obligue a separarnos”. Agrega la artista.
Verónica Alfaro. A medida que vamos resistiendo, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
En mis investigaciones sobre arte contemporáneo, y en particular observar al arte joven, me interesan los medios, tanto como los contenidos; saber, ¿qué media en la idea y práctica creativa, respecto a tales insumos, y, que se proyecta en esta propuesta en particular? Verónica responde que “lo expuesto proviene de idear estrategias para seguir creando juntos, y lograr soportarnos, aunque sea a través de pequeños puntos de apoyo”.
En el anterior aspecto tratado por ella, me parece destacable, por fabulesco, que los materiales tengan voz y dialoguen, y que ella hable de crear juntos. Por lo general, el autor dialoga con si mismo, y no con las maderas colectadas, es una singularidad que aporta discurso a la muestra, y se vuelve una visión compartida entre lo autobiográfico y lo simbólico del material.
Verónica Alfaro. A medida que vamos resistiendo, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Pero háblanos de tu carrera de artista visual, logros e intereses como emergente. ¿Cómo la has logrado? ¿Hacia dónde te llevan esos impulsos y diálogos? Verónica comenta que ha participado en exhibiciones colectivas en espacios como el MADC, Farolito, TEOR/éTica y Museos del Banco Central. En este último, tuve la oportunidad de ganar el premio “Bancarte”, el año pasado. Como muestras individuales logré trabajar en la Alianza Francesa2016, y ahora junto a Carlos, Sergio y Alessandro en Reunión. También gocé la dicha de estar en residencias en Despacio y TEOR/éTica.
Yo aprecio este proyecto por componerse de dos situaciones, digamos disímiles, pero siempre con insumos orgánicos. ¿Cómo fue este enlace entre estos dos tópicos? A esta interrogante, Verónica respondió: “A Alessandro lo conocí durante la residencia en Despacio, y fue muy fácil hacer click con su trabajo, a pesar que trabajamos con materiales y desde lugares tan distintos, nos une el ponernos muy curiosos y sensibles, ante manifestaciones naturales, lo cual es un signo que regenera en los espacios que transitamos a diario”.
Verónica Alfaro. A medida que vamos resistiendo, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Desde tu experiencia, pues también hice un par de interrogantes a los curadores, ¿por qué crees que los curadores les confrontan a ambos en este espacio de Reunión? “Yo siento que por lo general hablamos de las mismas cosas, desde espacios muy distintos. De repente, Alessandro, desde lo público, y yo desde lo íntimo y privado. Creo que Carlos y Sergio quisieron enfatizar en esto para generar interés o tensiones interpretativas en esta muestra”, concluye Verónica.
Alessandro Valerio: Alianza con río
No dejo de evocar la primera muestra de Alessandro Valerio, cuando exhibió Yuxtaposición, 2015, en la Alianza Francesa, Barrio Amón, San José. Era un conjunto de nudos de bejucos de árbol, que en sí mismos elaboraban una escultura natural, viva, creada por la Tierra. Este artista se comporta como el eterno colector de belleza, termina encontrándola ahí donde engatille el vector de su mirada.
El conjunto de piezas colectadas por Valerio y expuestas en la Alianza, pendía de lo alto, y el espectador caminaba en torno de los bejucos, en tanto que lo natural nos sorprende, saca a la luz algún rasgo de su infinita preciosidad. Este joven artista visual herediano, sensible a esos actos creativos e intervenciones al paisaje, no cesa de escudriñar y apropiarse de tales recursos, tan singulares.
Alessandro Valerio. Bajaba el Agua, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Explorador del entorno
Para la Foto-Mayinca, 2016, curada por Rolando Castellón y LFQ, en la zona de antiguos calabozos del Cuartel de Bellavista, hoy Museo Nacional, él sorprendió con fotografías de piedras extraídas de la cuenca del Río Tibás, fuente motivadora e inagotable para su imaginación y creatividad. A las piedras le encajaba otras piedritas, en oquedades vivas, debido a las contingencias del lugar, clima, humedad, fricciones con el viento, entre otros aspectos físicos y circunstanciales.
Para el proyecto de su tesis de Licenciatura en la Escuela de Arte y Comunicación Visual, Universidad Nacional, expuso imágenes de esa misma cuenca. Eran fotografías y videos de los escenarios recreados, teniendo como socia la Tierra. Además, marcó el sendero para llegar al sitio, desplazándose desde la sala donde presentó la tesis: Era un “locus” de abundante diversidad, con bejucos, flores silvestres, rocas, hojas, epífitas, trepaderas, ramajes, musgos, luz.; que se mantuvo en su ideario material y simbólico.
Alessandro Valerio. Bajaba el Agua, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Para el Salón Nacional de Artes Visuales, Museo de Arte Costarricense, 2017, Alessandro exploró un conjunto de piedras a las cuales aplicó color, para conformar la instalación Río Tibás, 2016, colografía-frottage, volviendo a poner la mirada en el cauce, del cual extrajo materia, aquella que él descubre, frecuenta, apropia con ideas y pensamientos.
Para la Bienal de Arte Tridimensional del Museo Municipal de Cartago, Valerio obtuvo el Gran Premio, presentando una instalación con medios múltiples; utilizó rocas, arenas, tierras, en un entorno precario, o en degradación, en el cual incluyó zigarras extraídas del mismo fondo pluvial, y un registro sonoro del zumbido nocturno con el canto del bosque o cuenca del Tibás.
Alessandro Valerio. Bajaba el Agua, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Bajaba el Agua
Actualmente, Alessandro Valerio, expone Bajaba el Agua, 2019, en otra aproximación a las aguas que corren y friccionan los materiales: Piedras, troncos, raíces, y, como en ese sitio en particular existió la Ladrillera Torres, (1904), cientos de ladrillos redondeados como si fueran pasados por una lijadora o por el cincel, pero es el abrasivo de las arenas y las aguas que dejan huella y petrifica.
Ahí también encontró y extrajo ladrillos con inscripciones grabadas, con el nombre de la hacienda Tournón, u otras frases que testimonian una refinada San José de finales del siglo XIX, e inicios del veinte, cuando también existió una planta hidroeléctrica que le dio luz a la capital (1884), como a una de las primeras urbes del continente en recibir iluminación, en aquellos años de construcción civil y social, que definieron las bases de la Costa Rica actual. Es desde ese encuadre, que existe recuperación histórica, en tanto pasamos por la zona sin siquiera sospechar lo que fue en años ya remotos.
Alessandro Valerio. Bajaba el Agua, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Bajaba el Aguase compone de varias instalaciones, ladrillos, trazos en el piso, y fotografías, algunas de estos son amontonamientos de la materia que él investiga; otras conforman “pirámides”, evocadoras de la arquitectura Maya mesoamericana. Una de estas intervenciones al sitio, traza en el pavimento, como se dijo, cuadrantes de barriadas urbanas, intentando contener lo que fuera el sector norte capitalino.
La instalación se proyecta al espacio, teniendo como centro nudal, uno de los ladrillos grabado con el apellido y nombre de la hacienda. Testimonia además la tecnología avanzada para grabar ladrillos con moldes en negativo, difícil de encontrar como material utilizable en estos tiempos actuales, y en tanto el ladrillo es poseedor de memoria, materia de la tierra, barro cosido, material que sustentó el construir a la ciudad moderna.
Alessandro Valerio. Bajaba el Agua, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Descontaminar
Alessandro al recorrer observando el río, el Torres -y como hizo con el Tibás-, intenta limpiarlo, reinventarlo, descontaminar el ambiente en torno, que tantas narrativas cuenta al oído del artista, con la sonoridad de las aguas y la fricción que, como dije, transforma la materia, y, de alguna manera me conecta con los de Verónica en esos diálogos fabulescos propios de la narrativa. Con las idas al río, propone una reposición histórica, pero también regenera la conciencia de frente a la aguda contaminación que afecta los ríos, mares, campos y montañas.
Me evoca en particular, una campaña inteligente que señala a las cunetas de las aceras y carreteras, concientizando al habitante, pues ahí mismo es que empieza el mar. O sea, si continuamos tirando desperdicios a las cunetas, mañana serán basura, la inmundicia que esta acabando con el hábitat marino y cuencas pluviales.
Alessandro Valerio. Bajaba el Agua, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Si en algo puedo hacer una crítica a curadores y artistas, es que a veces la realidad parece superar la ficción, y discursos artísticos, para volverse más conceptual, agudo, disiente, que pudiera dar sesgos de mayor interés a las propuestas del Land Art, que en el país son deuda.
Toca el turno a los curadores, y creo que los lectores saben lo que quiero preguntar na Carlos y Sergio, de manera que sin mucho preámbulo conozcamos sus pareceres:
“En Réunion trabajamos cada proyecto como una colaboración entre artistas, no precisamente curadores, Sergio Rojas y mi persona somos artistas con suficientes ánimos de crear y apoyar proyectos que conecten de una u otra forma, tanto a nivel afectivo como estético. Nuestra dinámica de centro de arte contemporáneo se enfoca en el trabajo colaborativo, desde la perspectiva de que entre todos mejoramos nuestras ideas primas, quizá es una curaduría activa, o un modo de trabajar entre artista con artista, y donde se propone, dialoga y discute lo propuesto”.
Alessandro Valerio. Bajaba el Agua, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Quizás una de las inquietudes iniciales, y que se la plantee a Verónica, es el parecer por el cual los juntaron a ellos dos. A estos responden: “Para el presente proyecto, decidimos invitar a Alessandro y Verónica, debido a que hace algún tiempo les seguíamos la pista a sus trabajos, y vimos muy oportuno ofrecerles el espacio para que continúen sus prácticas.
Se planteo que estuvieran juntos por varios motivos: Sus planteamientos tienen puntos de encuentros y al mismo tiempo cada uno sostiene su autenticidad, que dista entre ellos, pero queríamos ver dos propuestas que, precisamente, hicieran eso, dos artistas con afinidades y lenguajes alternos.
Alessandro Valerio. Bajaba el Agua, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Por un lado, Verónica trabaja desde su afectividad, con dinámicas que motiva al espectador a volver a la infancia, a esa necesidad de construir refugios, torres, así como a formularse preguntas que pueden tocar en lo profundo de nuestras realidades. Alessandro, tiene un rito que en lo personal me lleva de nuevo a la infancia, al recorrer y recolectar obsequios que la naturaleza crea, o tesoros olvidados por otras personas, en ambos, esos temas que, aunque ellos no lo hablen tanto, son dentro del arte una de las lecturas que en lo personal, me ha tocado profundizar al trabajar de la mano con ellos y de Sergio.
El tema de materiales aparentemente los acerca, pero también aleja, se recolectan ladrillos por un lado, y, por otro madera, ambos materiales recolectados de lo que las personas o naturaleza vaya dejando”.
Alessandro Valerio. Bajaba el Agua, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Exponer entornos
Los ríos, rocas, musgos, flores, semillas, cortezas, hojas, ramajes, materias con que Alessandro Valerio media en la penumbra del bosque, ese que filtra rayos luminosos para encender la armonía del sitio, pero que es el bosque buscado afuera, pues él no se percata que lo lleva dentro. Es lo suyo, un bosque interior, que nos empodera a nosotros sus espectadores, acrecentando el factor de la emocionalidad en el arte contemporáneo, cuando se trabaja con figuraciones, con conceptos.
Lo de Verónica Alfaro son constructos, se mueven y desplazan, recomponen, edifican. Son un encuadre creativo que cuestiona la falta de elocuencia en la situación del construir la vivienda, el nicho de protección calor, holgura, pues es nuestro. Luego está la ciudad, visualizada, o centro del o la artista.
Alessandro Valerio. Bajaba el Agua, 2019. REUNIÓN. Foto LFQ.
Ambos plantean una mirada puesta en el entramado vivencial, de ladrillo, concreto, vidrio o acero, donde vivimos y nos necesitamos mutuamente. Ese encuadre de la exposición me recuerda la muestra Entre Concreto, 2012, curada por Inti Guerrero para TEORéTica. (https://www.experimenta.es/blog/luis-fernando-quiros/entre-concreto-hormas-urbanas-4540/ ) La ciudad que buscas Verónica y Valerio en sus suburbios de la metáfora, del sueño, de lo ficcional, recorridos por el río, los encuentran, donde quiera pongan sus ojos. Motiva a recordar -y, con esto cierro-, la ciudad del poeta alejandrino Constantivo Kavafis, cuando dijo: “No hallará otra, no la hay”.
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