Dos voces en distinto registro: la de un joven
caminando por los liminares de su carrera, y la de un artista maduro y
experimentado, sin embargo, son lenguajes cercanos. Hablo de la muestra de
Ricardo Chacón, y la de Héctor Burke –que comentaré por aparte-, quienes exhiben en
las salas paralelas de DES-PACIO, a partir del 2 y hasta el 19 de diciembre
2015.
Para Ricardo Chacón, lo que le interesa del
vocablo “ilusión”, titulo de su muestra, es justamente el significado dado por
el diccionario: Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad,
sugeridos por la imaginación o causados por el engaño de los sentidos. En tanto esta definición habla de “no realidad”,
me ancla la alternativa de especular sobre lo visto y tratar de asimilarlo, o
sea, que puedo negociar en libertad con él la interpretación de la muestra.
Chacón nos habla de la “esencia líquida” de un
signo grueso, cargado de abundante energía que fluye activado por el deseo, por
aquello que se extraña, y empuja a ser sí mismos. Como inicié con la definición en la cual él cree
define su obra -la cual me compartió en un correo-, me sirvo de la idea “representación
sin verdadera realidad”, al decir que observo signos serpenteantes que reptan
sobre las carnosidades y piel del paisaje del cuerpo.
Ricardo Chacón al lado de una de sus obras, foto LFQ.
Observo la mayor excitación contenida en un
trazo, sinuoso, curva y contra-curva, que implica el espacio, que toca los
bordes; energía acentuada por el color, tenue, como para no desencadenar lo
azaroso de ese signo tan de naturaleza magmática.
Trazos que bajan como el algoritmo de un
fractal desde la cúspide, la boca del volcán, los labios de la montaña, o el
esfínter del mundo. Va reinventándose a la deriva del sin saber asumiendo su
dosis de contingencias. A veces sugiere ser rostro, cabeza, esfinge,
pero también pechos como ramo de uvas jugosas, y con esto finalizo la cita del
significado de lo ilusorio: “al ser sugeridos por el engaño de los sentidos”, pienso
que no deja de ser comisura entre el adentro y el afuera, del útero de mundo,
de la gran oquedad de la caverna. Pero también pueden ser párpados que abren o dilatan
para contener la mirada, lo que veo y me ve, en esos procesos de la
sensorialidad y del ilusionismo que tanto engancha al joven Chacón.
Crédito de las fotos: por cortesía de Ricardo Chacón y de DES-PACIO.
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