TERRAMORFOSIS, arte contemporáneo, exhibida en TEORéTica
Arte + Pensamiento, del 11 de marzo al 16 de mayo 2015.
Acota la curadora Paola Malavassi en el texto introductorio de
la muestra, que el término “Teramorfosis” proviene de la entomología, cuando se
refiere a los organismos anormales o monstruosos. Los antecedentes de este
carácter de visiones en la historia del arte y la literatura son abundantes, en
muy diversos momentos y lugares, asociados por lo general a calificativos como artistas
“malditos”, “grotescos”, “delirantes”, “atormentados”.
Encontramos sus manifestaciones en obras como en el “infierno”
del Juicio Final de Miguel Ángel (1475-1564), mural al fresco en la pared
detrás del altar de la Capilla Sixtina, se trata de una vorágine de cuerpos
serpenteantes purgando culpas y motivar al espectador su propia cavilación
interior. Jerónimo el Bosco (1450-1516) es el pintor del tríptico “El Jardín de
las delicias”, el cual suscita fuerzas detonantes por su agudeza e imaginación.
Giuseppe Archimboldo (1527-1593), pintó retratos de personajes que parecen grotescas
en tanto las facciones faciales fueron representadas con frutas, verduras,
flores, entre otros objetos. Francisco de Goya (1746- 1828) con “Saturno devorando
a su hijo” conmocionó aquella sociedad española de su tiempo.
En el terreno literario, a todos nos sorprendió en algún
momento durante nuestras lecturas juveniles “La Metamorfosis” de Franz Kafka (1883-1924),
el relato genera tensión cuando Gregor Samsa, al despertar,
se observa a sí mismo trepando por las paredes de la habitación convertido en
una especie de cucaracha. Y qué decir de los cuentos de la montaña escabrosa del
norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849) que a todos nos
puso los “pelos de punta” y la piel eriza. Altas dosis de misterio estuvieron
presentes en el cine Expresionista en los liminares del siglo anterior. Fueron revividos
por el Neoexpresionismo, el Informalismo, se recuerda al grupo Kobra, y en
Estados Unidos “La visita” de Willen de Kooning, pintado en 1967. En América
Latina, “La Nueva Figuración” conquistó a los artistas del último tracto de ese
siglo pasado, que también dio sus frutos en el país. Lo cierto de todo es que
en arte, estas visiones se recrean, regeneran y reinventan. Hoy las apreciamos
abordadas por jóvenes artistas locales desde los lenguajes contemporáneos, quienes
manejan los simbolismos de lo fictivo y delirante.
David Garrigues. De la serie Descomposición urbana. Fotografía cortesía de Teorética.
José María Figueroa. Cuaderno Rojo y Cuaderno Verde. Fotografía cortesía de Teorética.
3 y 4 Stefan Sauter. “Picker Fence”. Fotografía cortesía de Teorética.
Andrés Gómez (Myno). SJOl. Fotografía cortesía de Teorética.
Pamela Hernández. Patrones. Fotografía cortesía de Teorética.
Michelle Ferris y Muñoz. “Sin nombre”, video. Fotografía cortesía de Teorética.
Diego Arias Asch. Dibujos. Fotografía cortesía de Teorética.
Roger Muñoz. La ruta de su evasión. Fotografía cortesía de Teorética.
Lo expuesto sutilmente refiere al laberinto existencial de lo
urbano, con sus constructos que detrás de su apariencia caldea muchos infiernos:
el de burocracia bancaria y estatal, el de las movidas bajo el tapete, el de lo
ilícito y escondido, un todo que fluctúa, aparece y desaparece a conveniencia.
Lo feo no está a flor de piel sino en esa criatura deforme que también se lleva
adentro, y en situaciones emerge al externo para demostrar su incidencia
desestabilizadora. De lo feo a veces somos portadores, sin sospecharlo nos
comportamos como marionetas bajo las intensiones de los poderosos. Lo deforme
es la misma ciudad que habitamos, cuya sociedad detenta garfios a punto de
devorarnos, y solo se puede salir ilesos por nuestra propia pericia de
“ciudadanos”, donde los mecanismos de poder arremeten, nos arrinconan contra la
muralla, y si no nos comportamos como consumidores no somos nada, se debe ser
sumisos a esas cifras de elevada cantidad de dígitos que se mueven por los
ductos de la información y las pantallas del mercado dentro de un fiero
canibalismo. Qué bueno que los jóvenes artistas aprendieron el arte de los
simbolismos, de lo conceptual, ellos son buenos lectores de esos signos
actuales; con Terramorfosis demuestran un punto sensible para hacer crítica
social y que están bien conectados, poniendo en sus acciones además de pericia y
buena técnica, un mejor pensamiento.
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