martes, 12 de mayo de 2015

Pamela Hernández: ¿Según qué?


Pamela Hernández: ¿Según qué?

La Sala 1.1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo ofrece la muestra de Pamela Hernández, curada por María José Chavarría, expuesta del 30 de Abril al 5 de junio 2015.

El museo reta a la interpretación al barajar la propuesta de la artista con la pregunta con que ella la titula: ¿Según qué?, y en tanto cada material, cada manejo del espacio -el horizontal del pavimento y el vertical de la pared-, el o los conceptos activados por la memoria que puede arrastrar un objeto hasta el instante preciso de instalarlo en el muro de la sala, -o sea que precedido al acto de colectar el objeto, este puede ser pueril y sin valor alguno, pero dentro de lo instalado se comporta como arte-, desafía nuestra sensibilidad expectante, la de un observador premiado en el instante que cuaje la respuesta ante dicho inminente desafío.

Vista desde el acceso a la Sala 1.1 del MADC, con la muestra de Pamela Hernández. Foto LFQ.

Quien encuentra
Diría que Pamela Hernández en tanto es “colectora de sustancias de arte”, quien al tener entre sus manos un papel, una botella, la tapa de un frasco, una escuadrita de carpintero, se deleita como si encontrara en estos objetos-sujetos la más preciosa joya, –según Yourcenar en boca Adriano (Emperador Romano) -“es quien termina encontrándola donde quiera”: en la página de un diario sucio y roto enmarcado por el simple afán de evocar, en una llave que ya no tiene puerta que abrir, en la factura de una compra ignorada al interno de los numerales que fluyen en esos fastidiosos mecanismos del poder, los cuales maneja el mercado actual, o en un tiquete que marca la situación de esta vida de grandes incertidumbres, ella –Pamela-, lo valora e instala al muro del museo.

Las dos miradas
Coexisten dos componentes en esta propuesta, tal vez disímiles como la vida misma: una es la instalación en la pared a la que me refiero en párrafos anteriores (esa es la primera mirada), la otra es la instalación del pavimento dispuesta en la sala, con una especie de baldosas que poseen un calado por el cual crece el césped, para lograr una espacialidad que sostiene un minimalismo perseguido como idea central, mirada áspera que nos sume en la soledad y desapego existente en esta sociedad contemporánea. O sea, si se aprecia desde el acceso a la sala, la visión del espectador se dirige en la instalación de la pared de fondo, pero al dar vuelta y emprender la salida ésta se clava en el vacío de la calzada. Desde mi percepción de comentarista, me quedo con el retorno, con el vacío, con el concreto frío y desesperanzador pero donde también remedia la esperanza del césped que crece.


Pared de fondo de la Sala 1.1 con la instalación de objetos de Pamela Hernández. Foto LFQ.


Mirada de salida de la propuesta exhibida en Sala 1.1. Foto LFQ. 

El trasgresor
Uno como visitante al museo es instigado por esa interrogante, es punzado en nuestra sensibilidad al reconocer en esos objetos una memoria que podría ser tan fuerte en la colectividad como activa en cada quien, y de inmediato son relacionadas con otras experiencias y aproximaciones al arte actual, para provocar nuestras certezas o incertezas. El o la artista se comporta como la instancia de trasgresión –entendido tal y como lo aprecian Briggs y Peat en Las Siete Leyes del Caos: “…se le identifica también como el portador de la cultura…, …el superviviente astuto, el travieso que desafía la convención, subvierte el sistema, rompe la estructura de poder y alumbra nuevas ideas”. Ese es el juego de preguntas y respuestas que nos requieren sagacidad de intérpretes, observadores, buscadores, colectores, pero al remediar en nuestro entendimiento alguna hipótesis, ella, Pamela, vuelve a cuestionar: ¿según qué?


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