Pamela Hernández: ¿Según qué?
La Sala 1.1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo ofrece
la muestra de Pamela Hernández, curada por María José Chavarría, expuesta del 30
de Abril al 5 de junio 2015.
El museo reta a la interpretación al barajar la propuesta de
la artista con la pregunta con que ella la titula: ¿Según qué?, y en tanto cada
material, cada manejo del espacio -el horizontal del pavimento y el vertical de
la pared-, el o los conceptos activados por la memoria que puede arrastrar un
objeto hasta el instante preciso de instalarlo en el muro de la sala, -o sea
que precedido al acto de colectar el objeto, este puede ser pueril y sin valor
alguno, pero dentro de lo instalado se comporta como arte-, desafía nuestra
sensibilidad expectante, la de un observador premiado en el instante que cuaje
la respuesta ante dicho inminente desafío.
Vista desde el acceso a la Sala 1.1 del MADC, con la muestra de Pamela Hernández. Foto LFQ.
Quien encuentra
Diría que Pamela Hernández en tanto es “colectora de
sustancias de arte”, quien al tener entre sus manos un papel, una botella, la
tapa de un frasco, una escuadrita de carpintero, se deleita como si encontrara en
estos objetos-sujetos la más preciosa joya, –según Yourcenar en boca Adriano
(Emperador Romano) -“es quien termina encontrándola donde quiera”: en la página
de un diario sucio y roto enmarcado por el simple afán de evocar, en una llave
que ya no tiene puerta que abrir, en la factura de una compra ignorada al
interno de los numerales que fluyen en esos fastidiosos mecanismos del poder, los
cuales maneja el mercado actual, o en un tiquete que marca la situación de esta
vida de grandes incertidumbres, ella –Pamela-, lo valora e instala al muro del
museo.
Las dos miradas
Coexisten dos componentes en esta propuesta, tal vez
disímiles como la vida misma: una es la instalación en la pared a la que me refiero
en párrafos anteriores (esa es la primera mirada), la otra es la instalación
del pavimento dispuesta en la sala, con una especie de baldosas que poseen un calado
por el cual crece el césped, para lograr una espacialidad que sostiene un
minimalismo perseguido como idea central, mirada áspera que nos sume en la
soledad y desapego existente en esta sociedad contemporánea. O sea, si se
aprecia desde el acceso a la sala, la visión del espectador se dirige en la
instalación de la pared de fondo, pero al dar vuelta y emprender la salida ésta
se clava en el vacío de la calzada. Desde mi percepción de comentarista, me
quedo con el retorno, con el vacío, con el concreto frío y desesperanzador pero
donde también remedia la esperanza del césped que crece.
Pared de fondo de la Sala 1.1 con la instalación de objetos de Pamela Hernández. Foto LFQ.
El trasgresor
Uno como visitante al museo es instigado por esa
interrogante, es punzado en nuestra sensibilidad al reconocer en esos objetos
una memoria que podría ser tan fuerte en la colectividad como activa en cada
quien, y de inmediato son relacionadas con otras experiencias y aproximaciones
al arte actual, para provocar nuestras certezas o incertezas. El o la artista se
comporta como la instancia de trasgresión –entendido tal y como lo aprecian
Briggs y Peat en Las Siete Leyes del Caos: “…se le identifica también como el
portador de la cultura…, …el superviviente astuto, el travieso que desafía la
convención, subvierte el sistema, rompe la estructura de poder y alumbra nuevas
ideas”. Ese es el juego de preguntas y respuestas que nos requieren sagacidad
de intérpretes, observadores, buscadores, colectores, pero al remediar en
nuestro entendimiento alguna hipótesis, ella, Pamela, vuelve a cuestionar:
¿según qué?
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