domingo, 4 de junio de 2017

Giorgio Timms: Impulso Erótico

La segunda parte de la década de los años noventas del siglo anterior, fue un punto alto para la fotografía en Costa Rica, culmina la notable actividad iniciada a mediados de los ochentas. En aquel escenario que corría los telones en el medio local para la fotografía, y sobre todo la del desnudo, fueron develados en el “Proyecto efe”, 1990, de Giorgio Timms, en el Café del Teatro Nacional, quien a su vez  fue el ganador de la Medalla de Oro del Salón Nacional de Fotografía 1986, convocado por el Museo de Arte Costarricense, con la pieza “Alajuela” 1986. Precisamente el mismo año en que se imprimió en Berlín, Alemania, “The Black Book” del controvertido newyorkino Robert Mapplethorpe, agitando las aguas del arte por su temática del desnudo masculino y en particular del negro.
Giorgio Timms Alajuela 1986fotografía digital impresión a b/n, 16,5 x 25 cm.
Fotografía original analógica b/n solarizada, 1986. En colección del Museo de Arte Costarricense (MAC). Primer Lugar Medalla de Oro Salón Nacional de Fotografía organizado por el MAC, 1987

Algo más de aquel contexto
Se recuerda con intensidad de miradas la “Mesótica II: Centroamérica/regeneración” 1996, curada por Virginia Pérez-Ratton y Rolando Castellón, cuando conocimos el trabajo de fotógrafos centroamericanos como Luis González Palma e Irene Torrebiarte de Guatemala, Luis Paredes de El Salvador, y la nacional Karla Solano. Dos años después de aquella exposición que “cruzó el charco” (como llaman los españoles al Atlántico), en 1998, fue tiempo para la fotografía contemporánea latinoamericana: “El Cuerpo En/De la Fotografía”, curada por Dermis Pérez, Rosina Cazali y LFQ para la gran sala del MADC, con artistas como Adriana Calatayud de México, Alexander Apostol de Venezuela, Fernando Arias de Colombia, René de Jesús Peña de Cuba, Daniel Hernández de Guatemala, Misael Ruiz de España, Marie Angie Bordaz de Brasil, además de los nacionales Karla Solano y Jaime David Tischler.
A principios de la primera década de este siglo, otro importante proyecto expositivo volvió a elevar nuestra sintonía con esta disciplina creativa: “La Mirada del Tiempo. Historia de la Fotografía en Costa Rica” 1848-2003, curada por Ileana Alvarado y Sussy Vargas, cuyo libro fue publicado en 2004 por Museos del Banco Central de Costa Rica. Pero también en ese arco temporal teníamos noción del trabajo de la foto-documentalista nicaragüense Claudia Gordillo; de las poéticas imágenes de la cubana Marta María Pérez Bravo quien expuso en TEORéTica en la década de los dos mil, y de otra grande del área, Sandra Eleta de Panamá. Fueron años cuando en el país se dieron a conocer Adela Marín, con una potente visión del desnudo masculino, además Cinthya Soto, Sussy Vargas, Roxana Nagygeller, el sensualismo en el trabajo de Roberto Guerrero, y, José Alberto Hernández, con la focalización de la violencia y el tema de la muerte que asoma entre esos telones.
Este territorio marcado por la fotografía por más de dos décadas, me es útil en tanto marco referencial para comprender la temática del cuerpo, el cual adoptó Giorgio Timms como lenguaje en su vida de fotógrafo, replanteado en “Mil y un hombres. Tres Fotógrafos, Timms, Albán y Tischler”, Sala 2, 3 y 4 del MADC, del 18 de mayo al 29 de julio 2017, y visualizar en esa perspectiva el teatro de la vida, en el cual, tal y como escribe la curadora Adriana Collado citando a Connel 1997, “ensayamos cotidianamente roles sociales sobre un escenario donde confluyen relaciones de poder, reproducción y deseo”.
Giorgio Timms, Cuál cuerda tendida, 
fotografía analógica impresión digital en b/n sobre canvas, 2002
60 x 186 cm

Giorgio Timms, Sin título. De la serie “Prometeos”
fotografía analógica en b/n, 1997, 35 x 24 cm.

Activador de la actual muestra en el MADC
Al ingresar a las tres salas del museo, no logré dejar de evocar aquellos “desnudos” de Timms que definieron su lenguaje con aquellos cuerpos que -como apreció Klaus Steinmetz en la presentación del brochure del 90-, “reptaban entre las aguas del río”. Para comprender la propuesta de estos tres fotógrafos, y si la relacionamos a la de 1998 en la Sala 1 del MADC, la obra de Giorgio implica el “cuerpo en la fotografía”, mientras que Tischler tanto como Albán elaboran el “cuerpo de la fotografía”. Sin embargo, para este comentario y lo que en particular me interesa comentar, porque todavía ando nadando a contracorriente en aquellas aguas expuestas en el Café del Teatro a inicios de los noventas, y que me catapultó a congraciarme en este nuevo recorrido de  “Mil y un hombres”, precisamente donde abriga el impulso erótico recreado en el imaginario de Timms y el cual me dispongo observar y analizar su encuadre teórico y filosófico.

Giorgio Timms, Sin título. De la serie “Prometeos”
fotografía analógica en b/n, 1997, 35 x 24 cm.

Erotismo y actividad interior
Imposible dejar de cavilar en los signos que impregna el artista a cada imagen en el recorrido por los espacios expuestos. Cada uno posee un calado en la memoria suya y de nosotros como sus espectadores. Ya lo comenté en el catálogo de la muestra en Sala 1 del MADC del 98, cuando cité un texto de Gabriele Belli quien se refería al teatro plástico de Gilver Clavel:
“se cruzan entre sí imprevistas conjunciones. Lo lejano parecerá encontrar la cercanía, la unidad del igual en armonía con la disonancia del contrario”. (Belli 1988)

No es que él, Giorgio Tims, lo busque cada vez que cargue su cámara fotográfica, no es que sea lo único que aprecie en el paisaje del cuerpo varonil, pero es lo que descubre una y otra vez al observar sus capturas y revisar la incidencia de su lenguaje; esa es su recurrencia estilística, la que aporta la intensidad de su mirada al rastrear los poros de la piel humana y lo catapulta a una especie de inteorización o “trance erótico”, como lo llamaba George Bataille:
“es también el más intenso (exceptuando, si se quiere, la experiencia de los místicos). De modo que está situado en la cima del espíritu humano” (Bataille 2005).

Giorgio Timms, Sin título. De la serie “Prometeos”
fotografía analógica en b/n, 1997, 35 x 24 cm.

¿Qué sería del fotógrafo o del artista sin su lenguaje? Pues lo mismo que para nosotros es el lenguaje verbal o el escrito. ¿Qué haríamos sin el habla y el don de la palabra? Cabe preguntarse pero también cuestionarse una y otra vez lo que hagamos con dicho talento de comunicar. El erotismo, en las fotografía de Timms, no está solo en esos “Prometeos” o en aquella excelsa sensualidad del desnudo masculino o femenino tratado por él y tantos otros célebres fotógrafos; ¡no, qué va!, está en la “masculinidad”, en la construcción social sobre entendida, y sin querer herir susceptibilidades. Por eso él la encuentra donde quiera, como “el catador de belleza” que la descubre siempre y en cualquier lugar: está en la pareja de uniformados que custodian el entramado urbano protegiéndolo de la violencia en el día a día, o en el ritual de la procesión  del “Santo Entierro” o de la “Vía Crucis” de un Viernes Santo en la Catedral Capitalina, en esta imagen el actor accede a la luz que baña el perfil de un rostro varonil, y que Timms infundiendo fuerza nos lo devela en la pieza  Personaje”, San José 2016, De la serie “Una semana al año”. ¿Existe erotismo en esos símbolos u objetos que pertenecen a la esfera de lo sagrado? Para Bataille sí, pero es distinto al erotismo en la “sexualidad” humana. 
Es un aspecto “inmediato” de la experiencia interior:
“En un punto solemos engañarnos, porque continuamente el hombre busca fuera un objeto del deseo”. (Bataille 2005, Idem).

Giorgio Timms. El elegido, San José 2016. De la serie “Una semana al año”
fotografía digital impresión a b/n, 2016. 57 x 38 cm.

 Quien busca, lo que busca se deja encontrar
Al caminar por las salas del museo, Giorgio me comenta que por lo general él encuentra después de haber disparado el obturador de la cámara, lo descubre en la captura, y es cuando se percata del valor de aquella imagen, aunque piense en el tiempo, en la iluminación, en lo atmosférico y muchas otras situaciones que definen la calidad de la imagen. Por ejemplo en “El Elegido”, San José, 2016, captó a ese individuo con la indumentaria simbólica de los seguidores del taumaturgo galileo, y tuvo consciencia del escenario que le ofrecía un mural detrás del sujeto, pero hasta después se percató que unas aves alzaban vuelo detrás, y que esa aves estaban pintadas en el mural. “Lo que conviene –me decía un amigo pintor colega en la Escuela de Artes Plásticas de la UCR, donde Giorgio estudió-, lo que conviene trae fuerza”. Los teóricos de la comunicación humana y sensorial lo llaman el fenómeno como un estado de “INSIGHT”, donde aquello que no es útil para formular el proyecto, el texto o la fotografía, las palabras, las expresiones, el lenguaje a abordar no es dado como de una manera casual, expontánea, pero es porque quien se sume concentrado en su quehacer entra en un profundo estado de clarividencia.

Giorgio Timms. Golfito 1992. De la serie “Mirando al Golfo”
fotografía analógica infrarroja, 1992. 22,5 x 34,5 cm.

Razón para que el artista fotógrafo ande siempre preparado con su equipo fotográfico, o ahora fijo con el celular, pues la gracia como el amor, la violencia e incluso hasta de la muerte, nunca se sabe, es la incertidumbre que preña el signo del vivir actual.
Al respecto Bataille expresa:
“la violencia así como la muerte que la significa, tiene un sentido doble: de un lado, un horror vinculado al apego que nos inspira la vida, nos hace alejarnos; del otro, nos fascina un elemento solemne y a la vez terrorífico, que introduce una desavenencia soberana”. (Bataille 2005, Idem)

En la actividad sexual humana, en el coito, no deja de haber violencia, cuando lo abriga el desamor o porque el inminente impulso erótico es reprimido, ese es el lenguaje de lo humano, pero que no deja de infundir contenidos al arte y a las construcciones sociales, sobre todo en esta época de tantos deslices e implicancias existenciales.

Giorgio Timms. Super héroes, Tibás 2013
fotografía digital impresión a b/n, 201357 x 38 cm.

¿Qué aprendí con la visita al museo?
Valorar la visita a una muestra, se dice que que es buena, en tanto produce un cambio en el espectador, lo nutre de nuevos contenidos en su acervo intelectual, e incluso hasta es energizante al sumergirnos y nadar en las aguas del río del arte. Eugenio Trías hablando de Platón expresa: “Es necesario contactar con la belleza a través del impulso erótico lo cual implica enajenación, muerte”. Y, en ese filo de la arista caminando al borde del gran barranco, recordamos a Thomas Mann en “Muerte en Venecia”: “Quien contempla la belleza con los ojos se ha conciliado con la muerte”. En la vida espiritual se nos repite que debemos siempre morir al “hombre viejo”, al que no creía, al insensible e minusválido pues no era capaz de comprender una metáfora y sorprenderse por la belleza impregnada a una imagen como la fotográfica. 
Volviendo Trías nos aclara:
“es preciso rebasar ese estadio, dejar morir la misma muerte, enajenar la misma enajenación. Y ello en virtud de un resurgir en el que el alma verdaderamente re-nace, siendo ese re-nacer un descenso del estado contemplativo al proceso activo”. (Trías, 1997).

Ya para terminar recapitulo recordando que se nos habla de vida y de muerte, de un hilo tan sutil que existe entre lo excelso y la abrupta caída de la luz, como contemplar aquel hermoso perfil del “Cristo yacente”, bañado por la luminosidad ante la “instancia terrible”, como lo definiría el poeta Rainer María Rilke: “ese grado de lo terrible que los humanos podemos soportar”.

Giorgio Timms. Homenaje al Barroco III
fotografía digital impresión a b/n, 2017. 57 x 38 cm



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