Retrospectiva de Alberto Murillo Herrera, “Treinta Años de Grabado”, Museo Rafael Ángel Calderón Guardia. Julio 19 - Agosto 10, 2019.
El triángulo arte, técnica y naturaleza, como ocurre con la gran tómbola de la fortuna, que gira y gira hasta detenerse a parir lo esperado: la propuesta expositiva con sus frutos, en este caso una colección de grabados donde destaca el claroscuro y el manejo de la sombra. Nos habla de esa esfera que simboliza el mundo, con el desafío de sus fortalezas, pero también complejidades, de ahí es que emergen estas obras de singular proeza y factura.
Alberto Murtillo. Cromoxilografía, expuesta en 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
A tales escenarios, no se arriba sin una labor disciplinada, constante, rigurosa, como la que caracteriza a Alberto Murillo Herrera (1960). Implica sacar provecho de la prueba, e imbricar con las caras de un sujeto de estudio que se vuelve escurridizo, y obliga replantear algunas veces todo desde cero. Es por ello que, esta práctica artística es sinónimo de investigar, de enfrentarse a lo nuevo e innovar.
Alberto Murtillo. Cromoxilografía, expuesta en 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
Teoría y juego de simbolismos
En el estudio del color como pigmento y el contraste claro-oscuro en particular, para comprender el significado del vocablo “valor”, lo que salta a la vista, está arriba y adelante, media el uso de una amplia diversidad de grados de gris, oscuros y profundos. Importa afirmar que entre esas capas de gris existe una atmósfera representada, y ese es el principal logro de este estudioso de del arte gráfico, salirse de lo plano, no siempre se logra y es lo que aporta profundidad a la imagen. En algunas xilografías, el artista lo logra en el momento del estampado, acentuando ligeros acentos cromáticos, impregnado la escena de matices tímbricos que elaboran el contraste de calidad o luminosidad.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
Con esto, Murillo propone contrastes, armonías, pero también en lo temático y el lenguaje suscita contradicciones: Aparece el buitre que acecha a la tímida avecilla en el instante de romper el cascarón; o el cuervo que instiga a la flor -ave del paraíso-, entre sobre-posiciones de franjas diagonales que generan acción, y transparencias que dejan pasar las vibraciones del bajo continuo, que proviene del fondo marcando el ritmo a la visualidad compositiva, como también lo hace en una pieza musical.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
En ese juego y espacio de tensiones pervive la transparencia con la dinámica de la forma; metáforas de lo luminoso. Pero lo carente de luz, por el contrario, está relacionado a la muerte y el inframundo. Cuando se habla de las sombras se comprende lo que se trama del lado oculto, informal, especulativo y a veces insano. Cala bajo las raíces de los árboles, por donde repta la víbora, y los topos agujerean sus madrigueras.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
Alberto Murillo Herrera, grabador
Continúa la tradición familiar de artistas: Hijo de la pintora Grace Herrera Amighetti -sobrina, a su vez, del maestro Francisco Amighetti Ruíz (1907-1998)-, y eso representa mucho para el arte costarricense; es un linaje o relación de poder. Aunque él con su técnica y manejo del lenguaje, reinventa su propio escenario de expresión. O sea que ingresó a la práctica artística con todo servido, pero la conquistó, no es solo heredad, con trabajo e investigación: Con la cromoxilografía, la xilografía en blanco, negro y grises; pero también con el grabado en metal, monotipia, y serigrafía.
Alberto conserva elementos conceptuales o técnicos del arte y tradición oriental, aunque también hace lectura de grandes grabadores occidentales, como el dramatismo de la judío-alemana Kathe Kollwitz (1867-1945), del mexicano José Guadalupe Posada (1852-1913), de quienes asimila no solo manejo de herramientas técnicas, sino del pensamiento. Diría que no deja de observar a Francisco de Goya y Alberto Durero, entre otros.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
Del referente “amighettiano” conserva el amor por el arte y en particular del grabado japonés, pero más que amor da significado al profundo respeto por la naturaleza. Del maestro Posada, aprecia ese juego de tensiones con la muerte, que aparece atisbando la escena principal, a veces simbolizado por el cuervo, el zanate; o el zopilote que se mantiene en vilo acechante ante la carroña.
Se palpa un ahínco por el trabajo, quizá heredado de su madre, para tener control de la producción seriada de nitidez técnica, creatividad y técnica, cuya esencia se trasviste para obligar a buscarla cotidianamente. A eso le llamamos investigar, y actúa cuando se enseña lo que no se sabe, pero que urge aprender. Por eso afirmo que en el taller de un artista se suscita a diario (des)aprendizaje, de las estructuras mentales y los rigores de la técnica, y a veces cambian sus roles convirtiéndose en carceleros de la expresión y creatividad.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
Orientalismo y significado de las sombras
El enamoramiento por lo oriental, proviene desde su tiempo de estudiante, e influencia quizás de su madre, otra enamorada del arte japonés, como también lo era su tío don Paco. En una entrevista de Dorian Díaz, para el suplemento cultural Ancora del periódico La Nación, la periodista destaca del domingo 21 de julio 2019: “Cuando era alumno de la Escuela de Artes Plásticas de la UCR hubo dos hechos que marcaron su destino: llevó clases de grabado con los maestros Claude Huart (Francia) y Hodaka Yoshida (Japón), traídos por el profesor de grabado Juan Luis Rodríguez”.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
Pues de tanto estudiar dibujo, pintura y grabado oriental, ese ABC se le adhirió a su estructura mental con singular vocabulario, así como las estrategias compositivas para constituir las imágenes y estructural el cuadro. Apreciar esos grabados me recuerda un librito muy amado por mi, del novelista japonés Junichiro Tanizaki, “El Elogio de la Sombra”:
“Lo bello no es una sustancia en sí sino un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra. Lo mismo que una piedra fosforescente en la oscuridad pierde toda su fascinante sensación de joya preciosa si fuera expuesta a plena luz, la belleza pierde toda su existencia si se suprimen los efectos de la sombra“. (Tanizaki. 1933, edición original)
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
Luz y oscuridad
Estos contrarios han sido relacionados a los poderes de la naturaleza, pero sombra es lo oculto, negativo y quizás hasta ilusorio de una metáfora sobre la última instancia: “la tumba que espera con sus fúnebres ramos”, como expresó el poeta Darío en su poema sobre la fatalidad. Eh aquí que en Occidente nos recuerda “La Santa Muerte” de Posada, y el significado que guarda para millones de personas esas tradiciones y celebraciones, como para los mexicanos y chicanos, las cuales hoy están en la mira quebrantadora de los sistemas de poder.
Al contrario, la luz significa lo excelso, que también quieren robárnosla el mercado global, cambiándola por sus espejismos, que intentan volvernos consumidores a ultranza, y que patentiza que no somos nada si no aparecemos en los registros mercantiles, tarjetas de crédito y consumismo desenfrenado.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
No se trata de la luz de la sabiduría, la luz espiritual que desveló a los místicos sumidos en la larga vela de la celda conventual. La referida es la luz de las pantallas y monitores donde aparecen el mayor despliegue publicitario para hacernos comprar, y olvidar lo propio.
Ese arte de Murillo posee una belleza subvertida, presagio que a veces pareciera ceder al miedo, a lo funesto, a la corrupción actual, y sus siniestros mecanismos de neo-dominación hegemónica o neo-filibusterismo. Pero me gusta pensar lo opuesto, en tanto quien ama lo bello se congracia con la muerte, como el catador o artista, quien termina encontrándola donde quiera.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
La técnica
Murillo utiliza tacos o planchas de madera para grabar, o placas sueltas recortadas, que funcionan o aparecen en varias estampas; técnica que quizás aprendió de doña Grace, su madre, quien utiliza ese procedimiento de construir las xilografías modularmente, aprendido a su vez del maestro paraguayo Carlos Colombino, quien, a finales de los setentas del siglo pasado, impartió un taller de nuevos procedimientos para la xilografía en el CREAGRAF, Escuela de Artes Plásticas, Universidad de Costa Rica.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
Crear, para Murillo, es un juego de ajedrez donde el adversario, la bestia, el cuervo o la serpiente, son tópicos con los cuales se atreve a (des)entrabar su lenguaje, lo que nos quiere decir en casi un centenar de estampados, que expone en el Museo Calderón Guardia. Pero, sobre todo, en esta colección con la cual aborda la representación del bosque, montaña, selva, troncos, ramajes, trepaderas, lianas, líquenes y musgos, asociándola a esa vorágine que representa la sociedad actual, la selva de la urbe contemporánea.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
Pienso, y con esto termino este acercamiento al grabador Alberto Murillo Herrera, que escogí este tracto de su exposición en el Museo Calderón, porque florece en ello lo natural, no solo lo animal: El avecilla, pero también el ave rapaz, el puma, la serpiente, y a pesar de que esos abordajes son de tan singular factura, pero en los retratos de su esposa Julia o su hijo Emiliano, o sus autorretratos, ha puesto gran atención, y son una componente importante de la totalidad de su obra.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
Alberto Murtillo. 30 Años de Grabado, Museo Calderón Guardia.
En particular me motivan esos bosques, arboledas, edén amenazado por la contaminación punzan nuestra conciencia de preservación, que hay que salvar a toda costa. Trata con astucia y logro la profundidad del bosque, el primer, segundo y plano de fondo, al igual que los distintos niveles: ramaje y copas de árboles, troncos y sotobosque, pero entre ellos pervive lo que interesa y que llamé “atmórfera”, por donde repta esa bestia en acecho pero también es donde se defiende una gran batalla que la puede salvar.
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