La Sala 1.1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo –MADC-,
continua el programa de exhibiciones y a su vez revisión de portafolios de
jóvenes artistas. A partir del 26 de marzo 2015 se ofrece la muestra “A la
deriva” de Esteban Hidalgo, curada por María José Chavarría.
En cada propuesta o experiencia expositiva en materia de
arte contemporáneo, sorprende la diversidad de lenguajes, técnicas y recursos
objetuales, los cuales –por lo general-, adquieren una función diferente a la de
la vida real, pero, sumidos bajo los aleros del museo, asumen roles según el
concepto y ángulos de visión del autor. En el caso de esta propuesta cohesiona
la idea quizás de “dar”, que no deja de implicar el “recibir”, en un juego de
reciprocidad entre el espectador y el artista, con un acento en particular que
nos evoque su visita: un grifo ensamblado con un libro deja fluir caracteres
tipográficos, letras o intersticios del lenguaje extraídos del libro en
cuestión, depositadas en un contenedor donde en el agua divaga la palabra, con su
respectiva dote de poesía o de carga narrativa. Él autor titula a esta pieza “Deriva”,
cuya comprensión en el espacio y tiempo es de un ente de inminente transformación
-como es la misma deriva-, la cual superpone diversas estratificaciones que se
transparentan entre sí, y corren sin rumbo conocido pero cuyo discurso atañe a
la vida -¿a felicidad o la fatalidad?-, jamás se sabe, pero siempre se espera el
instante en que se nos clavará su aguijón.
Esteban Hidalgo. Deriva. Sala 1.1 del MADC. Foto lfq.
Esta metáfora de las letras en el agua, me mueve a
reflexionar sobre los problemas de la vida, que en tanto son obstáculos hacen
que las aguas se tornen agresivas y derriben los obstáculos, pero debemos
esperar que la turbiedad ceda, que se apacigüe el cauce y veremos aparecer una
enorme riqueza del fondo y sus significados. Este parangón es lo que yo llamo
“el río del arte”, y que experimento cada vez que visito el museo y me enfrento
a tratar de apreciar una determinada propuesta. Pero como suele suceder, no
todo lo expuesto me resulta interesante, como la pieza que utiliza el
rompecabezas, cuya factura no la estimo adecuada, o me incomoda sobremanera;
además, se debería marcar la diferencia con otras exhibiciones en ese mismo
espacio de la Sala 1.1 del MADC, en tanto el discurso puede sentirse
reiterativo, que debo considerar para entablar relaciones y referentes cuyos
ligámenes pertenecen a la esfera de lo creativo lo cual se toca uno a otro en
los punto más álgidos.
Esteban Hidalgo. Memoria Interna. Foto lfq.
¿Qué me interesa? Me interesa la pieza “Memoria Interna”, de
sugerente abordaje en su asunto central, en el cual está presente la idea del
laberinto, qué, como en la vida nos conduce por diferentes caminos para
encontrar la meta; es cuando lo buscado alcanza un sentido para cada uno de
nosotros, cuya elección nos requiere valorar la alternativa de devolvernos en
tanto no nos lleva a nada. Solo el azar nos remontará a un trance donde al
final se nos develará el premio por la jugada. En el caso de esta
reinterpretación del laberinto de Esteban Hidalgo, esos objetivos son
componentes del cotidiano, como la ficha que se toma para enrumbarse en una
fila de espera, o en el juego de azar que de repente resuena y brilla el
acierto, o en cualquier otro elemento cotidiano que recompone la memoria enriquecida
por ese transitar por donde no se sabe, tal y como se comporta en la vida real
la deriva, lo que se recorre movido por lo ignoto, y que conlleva hacer
experiencia de caminante ante sus contingencias; como es el arte que de repente
delante de la jugada uno no sabe qué pensar, qué ligar, qué asumir, qué decir, hasta
el instante preciso cuando despunta una cuchara que emerge de la pared del
museo y nos alimenta con el germen de la probabilidad.
Diría entonces que lo buscado por el joven Hidalgo proviene
de ese juego del azar, de la narrativa y abordajes experienciales de naturaleza
tan personal, que intiman con la psiquis, con el designio existencial y los argumentos
que yacen bajo esas capas de información las cuales fluyen, desarrollan,
trasparentan -como se dijo-, por los muros y espacios de la sala –como las
cucharas o la pieza “Carga”-, para regenerar la dimensión de la idea.
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