martes, 4 de junio de 2019

La inmedible dimensión del caos, la vida de Rolando Castellón en nosotros

Del 5 de junio al 3 agostom 2019, el Lado V de TEOR/éTica, exhibe esta experiencia curatorial y didáctica con la curaduría de Gala Berger, Roberto Carter y Carlos Fernández, con la guía y el acompañamiento de Rolando Castellón. 

Un texto en proceso
Una vez escuché a un conocido relatar que la personalidad de algunos individuos creativos va mutando con el tiempo, y en una de las últimas etapas asimila la edad del poeta- animador, quien ilusiona con argumentos tales que nos ponen a pensar y dejan un profundo aprendizaje. Sin embargo, para la efectividad de esa relación de quien anima y quienes nos dejamos animar, requiere un espacio de silencio, de contemplación, donde evitando el ruido del mundo poder escuchar la voz interior que nos habla de los caracteres de la materia, del entorno, de las ideas, del lenguaje de las cosas.

Rolando Castellón en una de sus visitas guiadas, en 2016. Foto cortesía del artista.

Para los autores de Las Siete Leyes del Caos, John Briggs y David Peat, esa figura fogosa es la de un artista genuino, un “transformador” perenne, y quien personifica el caos en todas las culturas del mundo. 

Afirman: “Aunque es el epítome del principio del desorden, al transgresor se le identifica también con el portador de la cultura, el creador del orden, un chamán o “superchamán”. El transgresor es el superviviente astuto, el travieso desvalido que desafía la convención, subvierte el sistema, rompe la estructura de poder y alumbra nuevas ideas”. (Brigs y Peat 1999).

Una vez utilicé esta figura de la que hablan Briggs y Peat, y dije que se me parecía tanto a Rolando Castellón, e incluso usé el tropos en la presentación -que, por invitación de Virginia Pérez-Ratton-, escribí para presentar el libro que TEORéTica publicó en 2006, dedicado al trabajo de este inquieto creador visual. Paulo Herkenhoff, en ese misma monografía, lo describe como el mejor dibujante de América. Más tarde, volví a utilizar la comparación en un amplio ensayo que la revista Escena, volumen No. 78 de 2018, publicada por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica, publicó, en una especie de semblanza suya.

Una de las obras de Rolando Castellón, utilizando cartón, barro y piezas encontradas
Foto cortesía del artista.


Y es que precisamente desde que conocí a este maestro, en 1994, cuando asumimos el trabajo de curaduría del MADC, el como curador jefe y yo como curador de diseño y documentación, que Rolando me parecía un “ilusionista” del espacio y los objetos. Como un chamán en trance los disponía al interno de un enjambre de tensiones: lenguajes, formas, luz, (des)orden, incertidumbre y contingencias de la vida, y todo le quedaba bien, en tanto él, poseedor de un pensamiento no-lineal, y se deja gobernar por las incidencias del eterno Caos. 

Trabajar al lado de Rolando no determinó una relación de subalterno -en tanto él era el jefe-, sino de un maestro y su aprendiz, quien lo sigue, anota, y reflexiona sobre los conocimientos profundos de las experiencias compartidas que transforman y nos hacen crecer como artistas. 

Joyas de pobre, de Rolando Castellón, presentada en la Bienal de Venezia, 2011. 
Foto cortesía del artista.

Lecciones de arte
Una vez lo escuché cuestionar a los artistas locales aduciendo que no somos nada observadores, y que esa falencia y la poca curiosidad por esculcar las cosas hasta el origen incide en el grado de creatividad.

Lo seguí al analizar cómo aprendían el lenguaje de las cosas nuestros ancestros originarios: Cuando se deja caer una piedra (una de sus materias del planeta preferidas, junto con el barro, la madera y en especial el pochote), verla caer en una poza de agua, ésta conforma ondas concéntricas, y de ahí aprendió el uso y significado de la circunferencia. Al mirar el agua correr formando flujos que tienen un hundimiento para formar la cresta, ahí hay un ritmo natural, propio del lenguaje de la naturaleza. Ahí las aguas, al encontrar una piedra, se dividen, y la fricción con dichas piedras la evaporan y suben a la atmósfera para volver a caer en forma de lluvia.

Uso de materiales muy heteróclitos para la creación. Foto cortesía del artista.

El cuadrado estaba incluido en esa percepción de los entes básicos de la geometría, que él usa, pero el triángulo era fundamental, sobre todo por las relaciones transfronterizas, lo que ocurría adentro y afuera de los bordes. Por ello se habla del triángulo de la violencia, del triángulo de las migraciones, u otras percepciones sociales y políticas que, no están nada exentas de su mirada escudriñadora puesta en la obra de arte.

En las figuras de la biótica natural como los helechos y animales, se aprecia la espiral. En un trozo de pochote (Bombacopsis quinata, familia botánica Bombacaceae,emparentada con la Ceiba Pentandra, el ceibo Pseudobombax septenatumel poponjoche Pachira acuática, y la ceiba extranjera Pseudobombax ellipticum), son maderas originarias de Mesoamérica,y en tanto son materias nobles y utilizables en la construcción de marcos y puertas por su tolerancia al agua, se aprecia la contradicción: Hay belleza, pero a la vez poseen aguijones, signo de las vicisitudes de la vida.

Marco de pocho. Foto cortesía del artista.


Rolando utiliza esta madera en marcos y cruces, para decir que, a pesar de ser signos de espiritualidad y misticismos, también hay espinas que al punzar también se vierte       sangre. No estoy hablando de un happening execrables, como los del austriaco Herman Nitsch, que refieren a la guerra, sino de la vida actual, la de todos.

Nos preguntábamos por qué será que aquellos ancestros prehispánicos grabaron tanto en la piedra la espiral, los círculos concéntricos y laberintos, como lo orgánico del árbol que tiende sus ramajes hacia las distintas direcciones cósmicas: Norte, Sur, Este, Oeste, el arriba (Supramundo), el abajo (Inframundo), pero también adelante, atrás, izquierda y derecha, trazo de tensiones recíprocas, no solo de energías físicas sino conceptuales que originan lenguajes y discursos en el arte contemporáneo.

Cartón doblado con pátina de lodo. Foto cortesía del artista.


Su estilo de creatividad lo acerca al Arte Povera, referenciando a Mario Merz, Janis Kounellis, Josef Beuys, pues encuentra en la naturaleza ese talento tan suyo de cotejar cómo afecta el tiempo a los materiales, constatar como se transforman y reciben esas pátinas de la intemperie, del polvo, del agua, del fuego que también son elementos del planeta que los cargan de sentido. Es por ello que lo identifico con como un chamán, que ilusiona con la materia origen.

Muestra de Rolando Castellón en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, 2005. 
Foto cortesía del Museo.

El Caos, Rolando y nosotros
La inmedible dimensión del caos, la vida de Rolando Castellón en nosotros, exhibe los resultados de una vivencia pedagogica experimental, que observa la forma de creatividad de Rolando Castellón; realizada durante marzo, abril y mayo 2019, en una finca en la Garita de Alajuela. Entorno natural, de esos que prefiere el maestro, pues ahí encuentra todo lo que necesita para crear. 

El maestro en una de sus lecciones. Foto cortesía del artista.

Lo quer se expone en el Lado V de Teorética, curado por Gala Beryer, Carlos Fernández y Roberto Carter, son resonancias y energías de un núcleo conector entre artistas contemporáneos y el trabajo histórico producido por el maestro a lo largo de sus diferentes transformaciones. Estas experiencias permitieron compartir procesos y frutos de una comunidad de artistas, priorizando el trabajo y la exploración colectiva. 

Además de elaborar un experimento visual sobre las formas de conocimiento que se desprenden de las metodologías de trabajo de Castellón, al mismo tiempo es un homenaje activo como respuesta al potencial político que existe en la voluntad de producir en total libertad. Rolando Castellón es una figura clave para el desarrollo del arte contemporáneo en Centroamérica. Él ha trabajo activamente como artista visual y curador. 

Marco para una muestra en su taller ArtSÉum La Garita. Foto cortesía del artista.


En 1969, fue uno de los miembros fundadores de Galería de la Raza en San Francisco, una organización comunitaria enfocada en la difusión y el reconocimiento de artistas latinos, chicanos y de la diáspora centroamericana. Su trabajo como artista visual autodidacta, enlaza una multitud de materiales y medios que desbordan los límites entre dibujo, instalación, objetos y prácticas socialmente comprometidas. De 1972 a 1981, fue curador del programa MIX  (Museum Intercommunity Exchange) del Museo de Arte Moderno de San Francisco (SFMOMA) cuyo objetivo principal era producir intercambios con las comunidades migrantes de la ciudad. 

A partir de 1993, Castellón se traslada a Costa Rica, en donde en 1994 comienza a trabajar como curador en jefe del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) donde trabajaría hasta 1998. Miembro fundador de TEOR/ética y agitador cultural inagotable, Castellón es indiscutiblemente uno de los artistas más influyentes de la región. Cocurador de las muestra Mayinca, atlÁntis centrAmérica yConclusiones Actuales sobre el Arte Originario, Museo del Jade. Coeditor de La Fatalísima.



Artistas participantes: Verónica Alfaro, Marcela Araya, Javier Calvo Sandí, Andrea Cambronero, Estefanny Carvajal, Rafael Chamorro, Pía Chavarría, Ingrid Cordero, Karla Herencia, Pamela Hernández, Fabio Herrera, Lucía Levy, Erina Libertad, Mario Maffioli, Andrés Murillo, Luis Fernando Quirós, Cristina Ramírez, Dominique Ratton, Andy Retana, Mariela Richmond, Marton Robinson, Sergio Rojas, Francisco Saco, Christian Salablanca, Alessandro Valerio, Christian Wedel, Stephanie Williams.

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