jueves, 3 de diciembre de 2015

TEOR/Etica: Lee mis labios

Una tarde de estas ya entrada en verano, divagué andando las vías de la ciudad capital en busca de “un no se qué”, conmocionado al madurar quizás esta reflexión que motivó visitar la muestra “Lee mis labios”, curada por Miguel A. López en TEORE/éTica -a quien conocí esa misma tarde presentado por Gabriela Sáenz, la directora de la institución. Al atender las narrativas e intenciones de cada autora o autor, instiga, engancha el aguijón de la discordia debido al no saber, al asumir la incertidumbre que acusa, antes de devolver la mirada e intentar resolver el dilema de cómo me afectan a mí como espectador esos anclajes, y en tanto la muestra tiene mucho que decir, tanto que entretejer o discernir, pero sobre todo tratar de explicar para compartirlo con los seguidores de mis blogs. Para mi cada exposición vista no representa alguna distracción, al contrario, me sume en una lucha interior al tratar de descifrar sus enigmas; pero si no fuera de esa manera, que tenga que investigar para estar al tanto del día a día en términos del arte contemporáneo, ¡qué emoción tendría!

Reflexionar a la deriva
Miré a la gente caminar por las aceras de San José, y me preguntaba cuántos modos de actuación, de maneras de ser, de realizarse como personas con derechos, deberes, y que viven cada uno su espacio de propiedad, cualquiera que sea bajo un fuerte anonimato porque dentro de esa vorágine del cotidiano a quien le importa, como dicen, la vida del otro, otra o semejante. Ese andar meditativo me recordó aquella canción de la cubana Célia Cruz …“haz el bien y no mires a quién”… Suele suceder cuando ir a la galería o al museo se vuelve un guerreo vivencial y humano, donde media el drama actual de posicionarse, ya sea al margen, a la deriva, incluirse o excluirse, (des)favorecerse, en tanto se tiene una voz escuchable de acuerdo a nuestra sensibilidad y querer sintonizar con tantas otras voces que van al garete por este insondable mapeo del vivir actual.


   Sala con las piezas de Daniela Ortiz, “Habitaciones de servicio”, 2012.

Seguir impulsos del corazón
Leer los labios de quien pasa a mi lado, de quien me topo de frente o miro de reojo, ¡qué o a quién importa! Aun así es un gesto humano, a veces se esconde, se disfraza, se trasviste, cuando esa lectura solo fluye en el lenguaje interior, en el silencio y visión interior, quizás, como diría la novelista contemporánea Susanna Tamaro “ve donde te lleve el corazón”.

Al leer el título de esta propuesta de Teorética con la cual se estrena Miguel A. López como curador, saltan otros lenguajes no verbales, como los de la mirada o los mismos labios detentando distancia, burla, pero también deseo, anclar con el deleite permitido o delictivo, en tanto muchas(os) ni siquiera aceptan que se les vea a sus propios ojos.


Regina José Galindo, “Estoy Viva”, 2013, escultura en hierro fundido.

Breve lectura de algunas obras
Existen en esa muestra construcciones y argumentos de muy diversa cala, todos pronunciados con el filtro de lo depurado, de lo elegante, de un mensaje inteligente y sagaz que emerge del ponerse de acuerdo e intrincar con esa propuesta de un lenguaje duro, que golpea a veces donde más nos duele. Por ejemplo, Daniela Ortiz, “Habitaciones de Servicio”, 2012, fotografías de edificaciones de arquitectura minimalista de vanguardia construidas en distintas épocas, el lujo es evidente con el discurso de la dimensión espacial, cuando en las piezas se muestra una planimetría comparativa del tamaño de las habitaciones principales con las de la “muchacha de servicio”, cuya posición desventajada es un signo más de las contradicciones de esta vida, tanto como hoy también pueden ser los adultos mayores, la habitación “del nonno”, con todo el juego de significados de esas tensiones sociales y culturales que implican juegos de poder. Son lecturas implicadas a veces por el comercio, por el costo de las cosas delante de quienes pueden pagar tamaño y calidad en productos, bienes o servicios, y quienes no, deben o debemos conformarnos con acceder a “los pequeños precios”, como una táctica para abarcar la totalidad del mercado. Existen quienes solo están sintonizados con el sonido del metal: el dinero, con las “luces de Nueva York”, como dice otra canción por ahí, que habla de aquellos espejismos en tanto deslumbran en escaparates y hacen predio el glamour, pero también el poder.


Colectivo Gang. Read My Lips, 1992. Cartel.

 Me incliné a descifrar el significado de esos triángulos rosa en la fachada de Teorética, encontrando explicación en la propuesta de Carlos Motta y José Daniel Clarke, “La forma de la libertad” lo cual recopila una cronología sobre las problemáticas enfrentadas por quienes luchan por los derechos y activismo homosexual en Costa Rica y otros países: el “triángulo rosa” como símbolo de liberación sexual.

                                                    Jeleton, “Indios, mujeres y maricas”, 2015.

Atender a esta exposición requiere gran detenimiento, de ir y volver en tanto hay muchas lecturas aunque todas concuerdan con los posicionamientos sociales, se habla de intolerancias raciales o de las minorías, de las preferencias sexuales, los discursos gay buscando que la sociedad mire a todos sin esas fastidiosas etiquetas y exclusiones. Es poderoso el mensaje del video de la mujer rodeada de afrodescendientes a la cual se le remacha “negra”, “fea”, “negra”, y aquello de que “es fácil cambiar de color del cabello, pero no de la piel”. ¡Tremendo! La muestra está colmada de ese carácter de mensajes que de primera entrada desestabilizan -como en mi caso de espectador-, de no saber qué entender, pero para la comprensión no me queda más que sumirme en la reflexión de mi propia idea, de lo que me queda y lo cual recordaré cada vez que ponga la mirada en esos individuos o caminantes por las vías de la urbe para evocar aquel decir: “caras vemos, corazones no sabemos”, cuando nos hablan de los comportamientos humanos a pesar de los alcances en materia de las ciencias sociales, los programas de prevención y otros estudios de conductas sociales y humanas, aun no se sabe cómo reaccionará el individuo, la persona, indistintamente de sexo, raza, o preferencia.


                                    Roberto Guerrero, “Desde niño me dijeron que sólo podía jugar 
                                            con carritos”, (Zapato femenino, llantas y letras).

Me detuve a leer la ficha de la pieza de Roberto Guerrero: Desde niño me dijeron que sólo podía jugar con carritos, (Zapato femenino, llantas y letras) y a repensar la pieza cuando con poco se dice mucho acerca de los procesos de crianza de un ser, quien desde su niñez indagaba el mundo. Me tocaron como esos boomerangs de Priscilla Monge expuestos en la Zona V, que al ser lanzados golpearán si no sabemos cómo sujetarlos. O al ver aquella muñeca cargada de “piropos” que son como moretes en la piel lozana de la juventud sobre todo femenina. Me detuvo la lectura del mensaje de Jeleton: Indios mujeres y maricas somos representados a menudo adornados con flores, y debajo de esa punzante lectura se expone un video sobre situaciones de violencia social y la niñez desguarnecida. Y más allá aquella frase que tematizó la guatemalteca Regina José Galindo: “Estoy Viva”, formalizada en un una línea de “fierro” negro, para hablar acerca de las contingencias de las personas emergidas de los procesos violentos vividos en esa hermana república centroamericana en su conflictivo pasado; dicha frase -señala la ficha técnica-, se escuchó durante el juicio al genocida general Ríos Montt. Quizás esta pieza de Galindo es una de las más conmovedoras de la muestra. Al lado, y no por casualidad, se exhibe Red my lips, una fotocopia repartida por el colectivo estadounidense Gang cuando luchaban por tomar conciencia acerca la estigmatización que significó en esos años el contagio del sida, pieza además cargada de todos esos significados que persiguen golpearnos en el caminar con la mirada puesta en las relaciones, necesidades, deseos, pasiones de, y volviendo al título de la novela de Tamaro que mencioné en los liminares de este comentario: Va´ dove ti porta il cuore.

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