viernes, 29 de noviembre de 2019

CASA MA: Puerta al espacio de género

“Nuestros ojos no pueden parar de parpadear”. Antigua Botica Solera, San José, noviembre de 2019.

Los impulsos de exposición, vinculación, proyección e investigación en arte contemporáneo por parte de agrupaciones o colectivos, alcanzan importantes zonas de autonomía. Entre otros posibilitan desligarse no solo de la oficialidad, sino que y -en tanto acción “liminar”-, miran hacia las periferias, estudios y talleres de artistas incluso no valle-centrados, gestando estética y creatividad desde toda superficie cultural local y del istmo; lo testimonia el libro Red Casa MA 2019. Otro ejemplo reciente del accionar, fue la Décima Bienal de Arte Centroamericana, 2016, al frente de Tamara Díaz-Bringas y un selecto grupo de curadores centroamericanos, la cual tuvo uno de sus epicentros en Puerto Limón, considerando un sensible (des)borde de pensamiento crítico-creativo.

Hannia Durán. Mujeres Artistas. Fotobordado y bordado a mano.

Para las organizadoras Gala Berger, Karla Herencia y Anna Matteucci, Casa MA se cuestiona cómo establecer las perspectivas feministas inspiradas en el análisis de Orientación de Sara Ahmed, que opere en la articulación entre la corporalidad y lo espacial, para -tal y como comenta Berger en el brochure de la muestra-: “incorporar nuevos debates, movimientos y desorientaciones que desafíen el orden geográfico aparente y las direcciones convencionalmente guiadas”. Entiendo, en mi comprensión personal de comentarista de arte, el concepto de (des)orientar como una reingeniería cultural.


Hannia Durán. Fotos cortesía Casa MA.

Boquete liminar
Tratar de definir el término de puerta de acceso para una muestra en artes visuales, me condujo a Patricia Aschieri investigadora de la Universidad de Buenos Aires, quien nos aproxima al término: “Lo liminal o liminar hace referencia a una zona de pasaje, a una puerta de entrada, al origen de una zona de ambigüedad en la que algo deja de ser lo que era, para potencialmente poder transformarse en otra cosa. Convoca lo lindante, lo fronterizo, lo que pareciera continuo pero que no lo es”.  (http://iae.institutos.filo.uba.ar/área-de-investigaciones-en-artes-liminales)

Foto cortesía Casa MA.

La práctica artística es un paso por lo (dis)continuo, subjetivo, incierto, pero poseedor de pulso y desafío, lo hace desde el territorio de los conocimientos y experticia, lo cual conlleva materializar lo que produce. Las artistas expositoras en Casa MA lo saben, y es recordado por sus curadoras para que la obra de arte no pierda esa carga poética tan de naturaleza interior y propia de la mujer artista.

Anel Kenjekeeva. Transcotidiano. Fotografías y video.

Casa Ma 2019, espacios de visibilización
Llegar a un museo interesa en particular a los artistas, pero no siempre esa cultura central se interesa en sus productos (por lo general afirmo que en este país hay muchos museos, pero poco dónde exponer). Hoy, desvinculándose de los intereses oficiales la contra-cultura o no oficialidad ve hacia otras fuerzas fronterizas: personales, privadas y/o de grupos recíprocos y de autogestión. Casa MA, se realizó en una casa de habitación en Tibás, 2018. Pero también evoco los esfuerzos de otros colectivos que buscan centros culturales y/o sitios alternativos para exhibir y gestar cultura, y el sitio aporta en gran medida al discurso propuesto y especificidad mostrada.


Fotos cortesía Casa MA.

La frase de Gala Berger destacada por el proyecto: “porque siempre somos más fuertes cuando trabajamos juntas”, identifica una superficie de inflexión (la sala, galería, museo) para repensar las miradas puestas en el arte, potenciado por las sinergias en un proyecto colaborativo. Y, desde el foco mismo de la curaduría, Karla Herencia acota: “CASA MA-nosotras las artistas visuales- te invita a parpadear para despertar”.

Ivanna Yujimets. Instalación.

Parpadear/Despertar 
Abrir los ojos quizás a nuevas sensibilidades, significa engatillar la mirada hacia otras maneras de exponer y replantearse la práctica artística. En esta segunda edición, las expositoras de la primera versión actuaron como curadoras, invitando a una o más participantes a plantear la propuesta a exhibir. Es una metodología colaborativa -como dije de reingeniería-, en tanto dos voces interactúan conociéndose a sí mismas, revelándose sus modos de asumir el reto, empatía o no. Visualizan esas contingencias que presenta el no saber qué, pero que es asumido: Incertidumbre, pero que es cuando se deja guiar, y ese gesto me recuerda a la novelista italiana contemporánea Susanna Tamaro: “Allá, donde el corazón te lleve”. Esta es una noción de (des)ligue, que implica lo familiar, pero existencial, en tanto modifica la estructura social.

Foto cortesía Casa MA.

Parpadear y despertar conecta las neuronas y deseos de originar y dar ese paso por la superficie desconocida, en tensión con el sentir, que impele el corazón, aunque parezca una noción romántica; pero la vida no ha perdido ese gesto tan humano. Aunque también en la rudeza del lenguaje y los discursos actuales, se advierte mucho de ello, pulsión que motiva nuestra capacidad de sorprendernos ante lo producido, en este caso por los caracteres componentes de lo observado.

Al visitar los espacios de una antigua botica, hoy salas expositivas, nos percatamos además de otras formas de disidencia, para pulsar el interruptor que nos catapulte y empodere, y que haga al espectador parpadear, para refrescar la mirada, fija en obras muy de foco divergente, pero sin dejar de sentir esos jadeos interiores de cada exponente: sus extrañamientos pensantes, deseantes, ávidos de esta cala de miradas. Todas ellas ven hacia sus contextos cercanos, a su propia casa, familia, padre o madre, o son una investigación auto-referencial. Respiran en el mismo jardín cuyos perfumes fueron excitados por ese parpadear aludido por las curadoras en la construcción de la propuesta.

Ivannia Lasso. Asentamiento urbano.


Expositoras y curadoras
Los textos del brochure comparten diversas visiones del arte y personalidad de cada artista o curadora que intrincan con esa producción, y deseo manifiesto. Son activadores emocionales en tanto al leer, despiertan nuestros propios relatos e interpretaciones que necesariamente intentan manifestar.

Victoria Salas, en la planta alta de la botica, expone fotografías de su proceso de maternidad, y es presentada por Elia Arce, quien argumenta: “Los restos de este diálogo visual quedarán en el espacio como una instalación vivida, dejando en evidencia el entonces y el ahora de una complicidad corporal, no verbal, de una artista que decidió ser madre y luchar por el control de su cuerpo”.

                                                              Foto cortesía Casa MA.

Paulina Velásquez presenta a Lucía Madriz, y considera: “En su investigación más reciente convergen los temas de naturaleza y sabiduría ancestral, así como el estereotipo femenino que bajo la etiqueta de bruja ha servido para callar y amedrentar a las mujeres”.

Foto cortesía Casa MA.

Anna Matteucci presentó a Hannia Durán, reflexionando: “… explora diversas temáticas a partir del bordado, un arte culturalmente asociado a los valores tradicionales de lo doméstico, lo femenino, enhebrando en superficies flexibles posibles lecturas del ser mujer”. A su vez se refiere a otra expositora, a Priscilla Méndez, de quien dice: “… remezcla elementos icónicos del mundo de la internet con imágenes de su cuerpo aludiendo con ironía la sexualidad, la inocencia y la violencia, como un ejercicio de autorrepresentación en la era de la virtualidad existencial”.

A Ivanna Yujimets la presenta Etefanny Carvajal: “… incita a reflexionar sobre la relación y el reconocimiento que tenemos con nuestra cotidianidad, con los objetos y elementos comunes, los cuales contienen una carga simbólica”.

Foto cortesía Casa MA.

Andrea Siliézar escribe sobre la obra de Carmen Siliézar: “Es una forma de querer detener el tiempo y recordar un momento en la vida, de esa persona que fuimos en un pasado y que no está más, es despertar ese vestido dormido y volver a ponerlo  frente al espectador para que él mismo cuente su historia”.

Susana Sánchez se aproximó al espacio del transgénero, y en particular a las fotografías de Anel Kenjekeeva, por lo que asume el significado de la relación curatorial ante la situación, refiriendo a una conversación que la artista sostuvo con la psicóloga, docente de la UCR y mujer trans, Rafaela Sánchez: “Hay que tener apertura para ver todas las posibilidades del cuerpo y algo muy importante es no olvidar que no soy yo quien define quien es trans, es la persona trans que se define a sí misma”. Además, Susana se refiere al performance de Camila Trejos Reyes: “Dicha conducta convierte este performance que las Drag hacen en algo mucho más explícito y evidente, permitiendo al espectador cuestionarse si realmente solo existe una forma en la que se debe proyectar y vivir el género establecido por la sociedad”.

Foto cortesía Casa MA.

Para dar el paso a exponer, Ivannia Lasso es presentada por Karla Herencia, quien comenta: “La propuesta exige volver la mirada a espacios violentamente ignorados por su posición de pobreza y falta de los recursos necesarios para una vida digna y segura. Superficies que luchan por permanecer a pesar de la adversidad de su entorno, lo cual habilita un diálogo con los procesos culturales, políticos y ambientales que intervienen en el deterioro y el abandono”. También Herencia es curadora de Károl Rodríguez, de quien distingue un “humor de denuncia”, al cuestionar situaciones sociales que van desde la corrupción política, la violencia e incluso lo ambiental. “Plantea un compromiso hacia, desde y para la sociedad costarricense”.

Alejandra Ramírez es introducida por Verónica Alfaro quien analiza: “Utiliza narrativas que parten de una posible ficción, sin embargo (acá encontramos la trampa), esta nunca se transforma en mentira. En el momento que nos identificamos con estos relatos como cuerpos singulares, esto se vuelve una realidad…” Esta misma curadora presenta la propuesta de Diana Barquero, de quien destaca: “El paisaje, la ruina y la memoria son el punto de partida de Diana. Su trabajo se alimenta de la necesidad de indagar en las posibilidades para documentar aquellos lapsos en los que nuestro entorno se nos muestra frágil, cambiante”.

Foto cortesía Casa MA.

Una reproducción de la pintura de June Beer, presentada por Gala Berger, nos recibe con esta nota en vez de cédula de lo expuesto, reza: “Por razones de público conocimiento, ha sido imposible transportar la pieza de June Beer desde Nicaragua para participar en la exhibición”. Sin embargo, publica su reflexión y análisis del poder del arte de Beer en el contexto centroamericano actual.

A Andrea Bravo la introduce Danny Brenes, quien en un texto poético evoca, sus relaciones intrapersonales, entre ella y su madre ya desaparecida, y dice: “Estas fotos son estas fotos, los collages que componen Qué dicha que nos tenemos, de Andrea Bravo, como un monumento bidimensional de que lo pasajero deja huella y de que lo que nos forma es efímero”. 


Karol Rodríguez. Servicio Servil. Mixta.

Considerando lo producido y expuesto por las curadoras o las artistas expositoras, y -con esto cierro mi comentario-, entramos por otro boquete, intersticio o superficie para la lectura e interpretación de “Nuestros ojos no pueden parar de parpadear”, donde aparecen los significados y con ellos sus dosis de incertidumbre. 

Foto cortesía Casa MA.

El no saber les depara interés, en tanto si desde un principio supiéramos que significan, perderíamos el impulso de recorrer estos espacios de género, inspirados, como aprecian las curadoras, en la condición de (des)orientación, en las salas de la Antigua Botica Solera y anales de un tiempo neutro, que se detiene o por el contrario actúa como un fractal multiplicándose y es puerta para futuros abordajes de Casa MA.


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