lunes, 30 de noviembre de 2015

MADC/D15: Espacios para el diseño

Cada fin de año resulta esperable la confluencia y estado del diseño en el país, con el evento “Espacios D15”, en el Museo de Arte y DiseñoContemporáneo (MADC), actividad que se presentó el 20 y 21 de noviembre pasados, dedicada a exhibir una amplia gama de productos para modas, calzado, indumentaria, joyería, mobiliario, ideas para el hogar o la oficina.

Leños. Lentes en madera. 
Me sorprendió el uso de maderas y corte en tecnología laser 
en  la fabricación de lentes como en este caso. 
Foto cortesía del MDC.

Al caminar por la Sala 2 y “Pila de la Melaza” del MADC, fue notable la presencia de muchos jóvenes, intenté catar sus gustos, sus preferencias y cómo se proponen conquistar la opción ante las necesidades de un comprador cada vez más exigente pero también sensible. Con sonrisas -pensé-, con fina atención, con mensajes dirigidos a crear conciencia acerca del valor de la cultura y la naturaleza –uno de los requisitos en la convocatoria del MADC. Aprecié sus modos de pensar en el diseño de muebles para exhibición, ingeniosos, sin tener que invertir tanto.

Yurika, bolsos en corcho. Foto cortesía del MDC.

Miré algunas chicas con sus tablex o el celular en mano, otras en amena conversación o leyendo un libro -como la joven que atendía el puesto “Yurika”, quien detuvo su lectura para invitarme a apreciar las bondades de los bolsos en corcho, y los colgantes de sinuoso corte en madera –aprovechan la tecnología de corte laser, supuse-, que sintetizan símbolos de nuestras culturas originarias ancestrales. Otros bebiendo café, sintonizados con la oportunidad que brinda el museo de abrir las puertas al diseño local.

Algunos participantes
Infaltables las propuestas de Obra Gris, sobriedad en el vestir distinguido y elegante. Me sorprendieron los lentes Leños, al utilizar maderas certificadas FSC; destaca el rigor de fabricación y uso de tecnología para el calado.
Buáwa, mueble Ve/ña. Foto cortesía del MADC.

Buáwa exhibió piezas reutilizando materiales como las bobinas para transportar cable eléctrico, intentando devolverle valor al material; notable su pieza Ve/ña (Vetas-Leña) en tanto el estar en un lugar placentero, contribuye a resolver las incertidumbres del tiempo.

Alba de la selva design. Mueble. Foto cortesía del MADC.

Alva De La Selva Design Lab montó su colección The Tiles & Meditation Leaf, inspirada en formas naturales y orgánicas proponen vivenciar que somos naturaleza y debemos –como ellos testifican- “re-aprender a convivir”.

Gatonegro, calzado femenino. Foto cortesía del MADC.

El calzado de Gato negro en unión con “Pez”, combina la riqueza sensoperceptiva en el uso de los materiales, solución funcional, ergonómica, para un vivir desenfadado y actual.

Pangea Terrarium, minijardines. Foto cortesía del MADC.

Mi Pequeña Pangea Terrarium propone crear espacios minúsculos al interno de nuestras oficinas o habitaciones para recordarnos el verdor y el simbolismo de las plantas para activar los territorios de nuestra imaginación.

Xochilt. Cerámicas. Foto cortesía del MADC.

Xochilt trajo productos cerámicos que buscan preservar el arte milenario de la cerámica, lo cual motiva a alivianar la conmoción del mundo contemporáneo.
Ximena Esquivel, joyería. Foto cortesía del MADC.

Ximena Esquivel Joyería propuso su experimentación con texturas y color, con los caracteres propios de la plata en la joyería.
Selfmade, vestimenta. Foto cortesía del MADC.

Selfmade  busca innovar mediante prendas intervenidas con siluetas provenientes del estudio del “deconstructivismo arquitectónico”, con que imprime una imagen de intelecto y elegancia a sus prendas.

Muriseco, joyería. Foto cortesía del MADC.

Muriseco es joyería en maderas intervenidas con materiales como pintura, resina y papel, en diseños geométricos modulares.

All Be design, Habita, mobiliario. Foto cortesía del MADC.

ALL be design presentó la nueva colección HABITA, piezas de mobiliario contemporáneo acordes con la necesidad de estética y de poner nuevos acentos al ambiente habitacional o de trabajo.

Espacios D15 exhibió propuestas en las cuales aprecié la buena actitud de provocar un cambio en la percepción del diseño, y las ferias en particular, pienso que están cambiando en favor de la calidad y la innovación; ya no son aquellas tumultuosas y atiborradas ventas del pasado, pero imposible bajar la guardia en tanto los caracteres de la creatividad se esconden, se disfrazan para intimidarnos a encontrarla. La muestra deja advertir qué hoy existe un pensamiento de diseño, hacia un producto más cercano, valorando la factura a mano, tolerante con el medio y la cultura, que enganche esas nuevas sensibilidades ante las limitaciones tecnológicas y de fabricación de grandes series que implican elevados presupuestos e inversión.








sábado, 28 de noviembre de 2015

Museo Nacional: Encuentro con la historia del Arte


Muestra De París a San José / La colección más antigua de la Universidad de Costa Rica, inaugurada dentro del marco del setenta y cinco aniversario de esta casa de enseñanza, el pasado 26 de noviembre 2015, en el Museo Nacional de Costa Rica. La colección pertenece al Museo de la UCR, y se presenta luego de ser restaurada en la Escuela de Artes Plásticas, encargada de custodiar la colección.


De París a San José / La colección más antigua de la Universidad de Costa Rica. Salas del Museo Nacional. Foto cortesía de Eduardo Faith.

El significado de la apreciación artística
En los años noventas del siglo pasado, en una de sus visitas al país, el historiador y crítico de arte brasileño Frederico Morais, decía que “nada sustituye a la obra de arte”, respecto a la experiencia de observar reproducciones en libros, revistas, videos, entre otros medios de documentación. Sin embargo, muchos de los artistas del país y en general de Latinoamérica, quienes no han tenido la posibilidad de visitar grandes museos, el aprendizaje emerge de la experiencia de analizar reproducciones en diapositivas, videos, carteles, libros, o, como en el caso que nos motiva, en vaciados en yeso de las grandes obras del arte universal. Bueno, en similar situación se encuentran en esos países quienes quisieran apreciar el arte de nuestros ancestros originarios prehispánicos, que a nosotros nos queda tan cercano acá en los museos de la capital.


Salas del Museo Nacional. Foto cortesía de Eduardo Faith.

En mi experiencia personal que seguí muy de cerca las pinturas de Michelangelo Caravaggio, ver las originales fue en suma estimulante y me dediqué a seguirlas en templos y museos en Roma y Nápoles; incluso, en una visita a la ciudad de Macerata, al ingresar al Museo Marchigiano, mi vista colapsó desenfrenadamente hasta posarse en uno de sus cuadros de esa colección. Caso parecido sucedió cuando aprecié la muestra Guggenheim-Venecia donde por primera vez pude detenerme ante una tela de Marc Rotko, y sentir las vibraciones de esa espacialidad tan enigmática de su pintura. Lo que pretendo explicar es que estas activaciones tan de naturaleza apasionada, fueron motivadas inicialmente al apreciar dichas pinturas en reproducciones.



Salas del Museo Nacional. Foto cortesía de Eduardo Faith.

Colección de yesos y láminas
La vivencia de la apreciación artística, aunque no estaría del todo completa sin esos insumos, nos es posible a los costarricenses en muy distintas maneras, como es el caso de los vaciados en yeso de las grandes obras maestras de la escultura en mármol o en bronces provenientes de los museos de las principales capitales europeas, y que se exhiben durante estos meses en la muestra “De París a San José, la colección más antigua de la Universidad de Costa Rica” en el Museo Nacional de Costa Rica.


Salas del Museo Nacional. Foto cortesía de Eduardo Faith.

Caminar: significado de aprender
La muestra -muy bien estudiada desde el diseño museográfico y rigores curatoriales-, me activó a engullir por la espira de la memoria y de repente me trasladé a las salas del Museo Louvre a presenciar el “Apolo”, o la “Venus de Milo”. Reviví una de mis andanzas por Museos Vaticano en Roma, cuando vivencié detenerme frente a la enorme efigie del emperador romano Adriano, con su mirada puesta en la efusiva memoria de viajes con Antinoo y Marco, y sus conquistas y pensamientos de estadista que hoy me empujan una vez más a  evocar aquella frase tan citada por mi del “catador de la belleza”, y que de manera excelsa reescribió la célebre Margherite Yourcenar.



Salas del Museo Nacional. Foto cortesía de Eduardo Faith.


Insumos académicos
Esos yesos que custodia la Escuela de Artes Plásticas de la UCR, por años dispuestos en corredores y aulas, junto con una preciada colección de reproducciones de dibujos, sirvieron de insumo al aprendizaje del arte; en esos años empolvados, sucios, rotos, resquebrajados, pero que fueron restaurados por un grupo de docentes y estudiantes de esa casa de enseñanza, entre ellos se cita al grabador Salomón Chaves y al escultor Herbert Zamora. 


Salas del Museo Nacional. Foto cortesía de Eduardo Faith.

En la exhibición del Museo Nacional hoy se exhiben blanquísimos, irradiando una cercana belleza de los mármoles y bronces originales que nos hablan de las glorias griegas y romanas, sus cánones de proporción, encaje y estructuras subyacentes que agregan la estética, otro fundamento a aprender, y que esta colección traída al país en los albores del siglo XX, cumple el objetivo de fundamentar el aprendizaje del arte.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Paisaje de vacas y caballos en G&V Galería de Arte

El arte de hoy está compuesto de una amplia diversidad de matices expresivos y técnicos: hay quien pinta retratos y cuerpos desnudos; otros ensamblan con materiales alternativos o tallan en piedra o madera; hay quienes instalan un inventario de objetos que guardan un significado y que al exponerlos regeneran la memoria y nuestra naturaleza, de lo que somos hechos; otros hacen grabados, fotografías, videos, dibujos, amplían la experimentación con técnicas mixtas. Todos esos matices son fundamentales para el arte en tanto lo conforman, un solo componente de dicho sistema del arte que desaparezca lo resentiríamos, pues son la manifestación y memoria de estos tiempos actuales.





Irvin González, pinturas de caballos, 2015.

Irvin González y Gabriel Riggioni 
Pertenecen a esa esfera del arte, trabajan con intensidad cada uno con sus técnicas de elaboración y sus recursos estilísticos, pero aunados por la pasión que tienen por el mundo animal: Gonzáles pinta caballos, sus caballos, sumidos en atmósferas cromáticas y riquezas de texturas, tratando de captar el gesto bravío de sus corceles; Riggione en cambio pinta vacas, como si fueran un símbolo a ensayar en diversas situaciones con sus claves de color, signos y tratamientos, que de alguna manera evocan al Pop, cuando el arte fue bajado de los pedestales para ponerlo a la altura y medida de todas y todos.





Gabriel Riggioni, pinturas de vacas 2015.


Ambos artistas exhiben en la Galería G&V en San Rafael de Escazú, un nuevo espacio para decantar esas distintas visiones y lenguajes del arte que pueblan la actualidad, que encuentran otros significados en la medida que nuestras miradas se posen en ellos.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Margarita Quesada en Museos Banco Central de Costa Rica

Caminar es sinónimo de reflexión, búsqueda, colectar, pero también de (des)encadenamiento de los deseos de producir para que las huellas carguen poesía; tal y como expresó Antonio Machado “son tus huellas el camino y nada más”. Caminando, pues, entorno a la muestra “No a la Realidad” de Margarita Quesada Schmith, en las salas de exposiciones temporales de los Museos del Banco Central de Costa Rica (MBCCR), me preguntaba si algún día ella -la artista oriunda de Paraíso-, surcara en el océano de su imaginación que en el centenario de su nacimiento (17 noviembre 1915 – 2015), -con el nivel de profesionalidad, profundidad y sensibilidad en la investigación curatorial puesta por María José Monge, la museografía y publicación del hermoso catálogo, con el apoyo incondicional de la actual Directora Ejecutiva Virginia Vargas-, se inaugurara esta exquisita muestra.


Margarita Quesada. “Mesita de noche”, 1990. Colección privada. Foto cortesía de MBCCR.

Este proyecto expositivo rompió con la fastidiosa actitud “capital-centrista”, en tanto Margarita se realizó en su vida de pintora casi sin salir de su Paraíso, y a los artistas de estas zonas periféricas del país, nos es difícil trascender las fronteras del “Ochomogo”, para exponer en un museo, y que la prensa se interese en cubrir el evento. Es inédito que a más de una década de su deceso y centuria de su natalicio, hoy nos sea posible caminarla intentando descifrar sus enigmas y bondades; su “Paraíso”, el paisaje de la esquina de su casa -desde donde pintó la mayoría de su obra-, y el “paraíso interior” que pobló su creatividad y los intentos de “no ser” para navegar en ese imaginario tan suyo, con todos aquellos personajes propios de la identidad del lugar y simbolismos de la factura que hoy valoramos.


 Margarita Quesada. “La Camelia”, 1988. Colección Leticia Quirós Quesada. Foto cortesía de MBCCR.

Otra de esas nocivas actitudes que le tocó enfrentar, el arraigado machismo, en tanto su Paraíso era de una cultura rural, a ella le tocó romper paradigmas, pues no era esperable que una mujer -en años de su juventud-, estudiara arte. La costumbre era casarse, procrear hijos y si fuese soltera -como en su caso-, ayudar en las labores domésticas y atención de los hermanos varones. No imagino a Margarita con rollos de papel, lienzos y bastidores, caja de pinturas subir a las viejas “casadoras” o abordar los carruajes del “pasajeros” para ir a clases. Tal vez -especulo-, esa ventana del tren o del bus por la cual se observa el paisaje pasar veloz, como en una de esas viejas cintas cinematográficas, activó su método creativo y significado de pintar desde la ventana: el espacio exterior, el mundillo rural de su Paraíso de entonces, o el interior, con tantas contingencias e incertidumbres que antepone dedicarse al arte.

 Margarita Quesada. No a la Realidad. Foto cortesía de MBCCR.

Mi imagen de la pintora
¿Cuánto me empodera evocar la imagen de la pintora paraiseña, trabajando el solar detrás de su casa, con pala, macana y machete, entre la empalizada, setos de ortiga y el zacate calinguero, ella se empeñó erradicar para que florecieran los lirios rojos de su vergel y de sus pinturas, o en los últimos años de su vida, cuando barría las aceras del frente de su propiedad y el parque contiguo para que lucieran como su jardin interior. Hoy me percato que aquél luce de nuevo enmontado y exhibe el rótulo de “se vende”. ¡Nos hace mucha falta la Nana!

Simbolismo de la ventana
En vida, un día que me acerqué, pintaba esas escenas que eternizó –vivía en la esquina noroeste del parque-, me comentó: “Quirosito, la gente dice que yo solo pinto a pintas”, y es que en la esquina diagonal estaban las antiguas cantinas “Garibaldi”, el pool y “la Rioja” o “cantina de Moncho”, donde a toda hora habían muchachos en la acera viendo pasar el tremendal del día a día, y que los paraiseños llamamos “pintas”, “holgazanes” y “fogosos”. Los personajes parecían estar y no estar, eran como “sombies” o “fantasmas”, pero Margarita los dibujaba y desdibujaba vistos desde la poesía de su interioridad.


Margarita Quesada. “Árbol rojo”, 1994. Colección privada. Foto cortesía de MBCCR.

Aquí me detengo para hablar de la narrativa de “la ventana” en su pintura, ella pintó con abundancia lo ocurrido al otro lado del marco, o en los adentros de su psique y personalidad, lo cual define la influencia de su maestro don Paco con su poesía de la ventana y de los fantasmas del cuadro. Hoy me pregunto respecto a “los pintas”, ¿no fue quizás esa la fogosidad que impregnó a sus cuadros?, ¿no eran la manifestación de su rebeldía respecto a la técnica y temática, cuando a veces raspaba lo pintado, metía al cuadro al chorro de agua para cancelar lo hecho, luego intentaba una y otra vez con fuerza impregnar su actitud “trasgresora” que tanto valoramos hoy en su pintura?


Margarita Quesada. “Nazareno”, 1994. Colección privada. Foto cortesía de MBCCR.

Visiones y disensos
Al apreciar la muestra, poblada de mensajes, apoyada por el pensamiento y sensibilidad de su curadora Monge, quien imprimió abundantes fichas reflexivas, extraídas de escritos de Margarita o de otros pensadores, acerca del proceso para definir el “No a la realidad”, o para sumirnos en el contenido de piezas como la ya comentada “Garibaldi” -de la colección de Virginia Pérez Ratton-; “La cantina de Moncho”, cuyo cielo restregado de azul, nótese que no digo pintado, y donde se aprecian esos “pintas” en la sombra nocturna haciendo vida; “El Nazareno”, procesión que quizás ella observó ferviente desde su ventana, en la noche del Jueves Santo cuando los feligreses acompañan el silencio de aquel taumaturgo galileo; el “Árbol Rojo” o ¨La Camelia” ambos de exquisita elaboración, que solo puede emerger de la sensibilidad de esta artista cargados de intensa tectónica y cromatismos; “La tienda Judía en barrios bajos de Nueva YorK”, en la cual magistralmente captó el estrés del comercio agrisado por su percepción de un mundo al filo del abismo, y que pintó durante su viaje a exponer en la urbe newyorkina junto a su maestro Paco Amighetti y amigos Roberto Lizano y Mario Castro, invitados por el galerista Julian Pretto; me preguntaba ensimismado acerca de esas cargas psicológicas que inundan sus acuarelas, tratando de comprender a referentes tales como Edvar Munch, Emil Nolde, Ernst Ludwig Kirchner, Georges Rouault, Henry Matisse, Karl Schmidt-Rottluff, de la camada de los expresionistas alemanes y franceses. Es cierto que alguna vez los admiró en los museos europeos, pero mi principal argumento es que los sintió y por su sangre corrían esos torrentes inspiradores que infundían carácter, disenso e inconformidad al trabajo, al punto de rasgar el papel, lavarlo hasta desaparecer lo que no cargaba fuerza –los aguijones de las contingencias del acto creativo-, hasta ver emerger esa sincera poesía propia de su estilo pictórico. Margarita moría con cada cuadro y resucitaba con el logro, merced a la perspicacia certera de su pensamiento crítico; por eso fue grande y hoy nuestras miradas se posan en una importante cuota de su enorme producción, pero no el total de su obra. Reciento aún muchos otros cuadros que hay que perseguir, que están en colecciones privadas y que espero algún día podamos reunir en otros linderos del arte costarricense cuando llegue a ocupar la posición merecida.


Margarita Quesada. “Tienda Judía barrios bajos de NY”, cerca de 1995. Colección privada. Foto cortesía de MBCCR.

Intertextualidad
Decía que me conecté con los contenidos de las reflexiones y citas curatoriales incorporadas al diseño museográfico, en especial a un pensamiento de Bachelard: “El armario y sus estantes, el escritorio y sus cajones, el cofre y su doble fondo son órganos de la vida psicológica secreta. Sin esos “objetos” y otros así valuados, nuestra vida íntima no tendría modelo de intimidad”. Esta cita en la pared desencadenó en mi la memoria de mis tiempos escolares en la escuela de Liendo y Goicochea en Paraíso -durante aquellos años tan importantes para mi propia activación artística. Yo no conocía a la pintora, quien me brindaba una mano motivadora era doña Gabina Schmith, su madre, quien me invitaba a escudriñar los secretos del arte entre cofres, cajones y el viejo armario del taller de su hija: modelados de desnudos humanos estampados en yeso, rollos de dibujos, retratos, estudios de morfología humana, esculturas constructivistas hechos con varillas de hierro que aprecié en tanto develaron esa intimidad de la pintora de la cual aprendí.


Margarita Quesada. “La Garibaldi”, 1986. Colección Virginia Pérez-Ratton. Foto cortesía de MBCCR.

Uno de los detalles de su estudio en su vieja casona de la esquina del parque de Paraíso, eran sus libros y citas pegadas con cinta a las paredes, como los escritos de Machado que ella tanto apreció. En eso se parecía al también fallecido Pedro Arrieta, quien tenía su taller forrado de pensamientos de grandes escritores. Me preguntaba cuánto aportarían al trabajo de los artistas en el momento de congeniar con la búsqueda. A propósito es importante comentar que esta gran pintora fue gran amiga de los jóvenes artistas de los ochentas y noventas, en especial algunos miembros de Bocaracá, fueron sus asiduos compinches: Arrieta, Lizano, Chacón, Herrera, Maffioli y otros paraiseños que apenas daban sus primeros pasos en el arte como Ricardo Ávila, Zoleila Solano, Giacomo Coghi, Margarita Quesada Coghi, y el mío propio.


Margarita Quesada. "Cantina de Moncho", Sf. Sala Foto cortesía de MBCCR.

Volviendo a caminar por la sala donde se exhibe en MBCCR, pienso que el abordaje a una muestra, para que sea real, consta de muchos otros registros de la memoria que no están presentes y que uno como espectador debe necesariamente reforzar para darle sentido a su “(in)completud”; tampoco la exposición tiene que darlo todo, es sano dejar que el espectador retorne, investigue, trascienda las fronteras del “aura” luminosa que instiga a descifrar para conocer a quien expone, y en ello acrecientan las percepciones del simbolismo de “la ventana”, pero también del sugestivo y enigmático “No a la realidad” que permanece incólume en la dimensión del desafío.


 Muestra de Margarita Quesada en MBCCR. Vista de Sala Foto cortesía de MBCCR.